Que la inocencia te valga
#47 | Balance de un año que lo arrancamos como una tromba y que luego transcurrió bajo la desolación de una sequía perpetua. No hay forma de no mejorar en 2025 (bueno, sí, hay forma, pero confiamos).

Empezamos 2024 con cuatro triunfos al hilo y eso fue lo mejor que nos pasó en el año. Una ráfaga de efectividad plena que empezó el 25 de enero y terminó el 9 de febrero. Visto a la distancia, ni siquiera llegó a ser un amor de verano, pero bien que me entusiasmé mientras tanto. En aquellas cuatro fechas locas estaba obnubilado por la seguridad de los cuatro del fondo (Méndez, Velázquez, Glavinovich y Martino), propuse hacer una vaquita entre los hinchas y juntar plata para hacer uso de la opción por el pase del Pitbull Fernández Cedrés, creí ver en Juan Ignacio Ramírez al nuevo Nacho Scocco y le juré amor forever a Banega. Y no es un chiste por el día del inocente. He aquí las pruebas:
Todo se fue desmoronando cuando empezaron a llegar las cuotas de la tarjeta de crédito por el insólito viaje a Miami para jugar un amistoso contra Messi el 15 de febrero. Insólito por la fecha de programación (14 mil kilómetros de viaje en medio de la competencia y a diez días del clásico), por el nulo reporte económico (terminamos en juicio con un gordo trucho que puso guita para arruinar nuestra camiseta con el sponsor de NUM, su “Universidad de Magnates”) y por el evidente contrapeso deportivo (adelantamos el partido contra Racing, nos comimos cuatro y empezaron las desgracias). Nunca más pudimos recuperarnos, y eso que Ramírez siguió metiendo goles y Banega tuvo un par de actuaciones brillantes. Ya no volvimos a ganar partidos importantes y quedamos afuera de los clasificados en la Copa de la Liga. Quedó poco para rescatar del ciclo de Larriera: no mejoró ningún jugador del plantel, los juveniles que hizo debutar no se consolidaron, los refuerzos que llegaron se fueron desinflando. Terminó en la intrascendencia y rodeado de conflictos (borró a Vangioni, a Macagno y tuvo que prescindir de Franco Díaz por una boludez), pero aun así fue el director técnico con mejores números de rendimiento en el año: ganó la mitad de los partidos que disputó —10 de 20—, empató 3 y perdió 7.
Sí, Mauricio Larriera fue el más efectivo de los seis entrenadores —entre oficiales, interinos e interinos de interinos— que se sentaron en el banco de suplentes de Newell’s durante 2024 con un 55% de los puntos en juego. “Cómo estará la cañada para que el chancho la cruce al trote”, decía mi abuelo Magno.
Al uruguayo lo despidieron después de la derrota de visitante contra Banfield por la cuarta fecha del segundo torneo del año, la Liga Profesional, justo en la previa del parate por la Copa América. Es decir, la pretemporada de mitad de año quedaría a cargo de otro técnico. Circularon todo tipo de nombres en aquellos días de junio, tal como describíamos acá:
Como nadie aceptaba el ofrecimiento, algunos pensamos que el interino Adrián Coria podría ser una buena opción, pero el lapidario 0-2 contra Instituto abortó cualquier posibilidad. En eso Juan Pablo Varsky entrevistó al Gallego Méndez en Clank! y se ve que así como me cayó simpático a mí quizás también le cayó simpático a algún dirigente. El 3 de junio se publicó la entrevista y el 19 firmó con el club. Como no podía ser de otra manera, me entusiasmé: “Tiene la cara de loco que hace falta”, dije en aquel momento. Encima ganamos el primer partido a la vuelta del receso y en los primeros veinte minutos el equipo apretó la salida rival con una intensidad que no veíamos desde hace años.
“Buen punto de partida”, pensamos los hinchas. Pues no, eso fue todo: si el envión de Larriera había durado cuatro partidos, el de Méndez se circunscribió a los primeros veinte minutos de su debut contra Barracas Central.
El Gallego dirigió la mitad de partidos que el uruguayo —10—, ganó solamente 1, empató 5 y perdió 4; también quedó eliminado de la Copa Argentina contra un equipo menor (sí, ya sé que Central Córdoba de Santiago del Estero después salió campeón, pero no deja de ser un equipo menor). Su eficacia fue del 26.67% de los puntos, menos de la mitad que la cosecha de Larriera. Un fiasco total. Lo positivo es que por lo menos aprendí la lección: por esos días vi la entrevista que Varsky le hizo a Pablo Guede en Clank! y también me fascinó el personaje, pero esta vez no lo pedí como técnico para Newell’s.
Mientras el equipo de Primera con Sebastián Méndez empeoró todo lo que se podía empeorar, la Reserva dirigida por Ricardo Lunari marchaba invicta, con 7 partidos ganados y 1 empatado, encabezando de manera holgada las posiciones de la zona 2 del segundo torneo del año de la categoría, la Copa Proyección. “Crisis es oportunidad”, habrá pensado el presidente Astore y, a falta de stock disponible en el outlet de entrenadores (sumado a la falta de guita en las arcas del club), designó a Lunari como reemplazante interino de Méndez hasta el final del torneo, con opción a formalizarlo para 2025 si los resultados acompañaban.
Desde 1993 hasta hoy, todos los presidentes apostaron por su propio Bielsa y en todos los casos salió mal. Aclaro que esto lo digo con el diario del lunes porque —también— me entusiasmé con Lunari y sus primeros 3 partidos con 7 puntos sobre 9.
Sepan disculpar pero ser hincha de fútbol requiere un poco del espíritu de Sísifo, tanto del abnegado que sube la piedra por la montaña cuesta arriba como del resignado que sabe que caerá de nuevo cuando llegue a la cima y bajará a buscarla cada vez para cumplir con su condena eterna. Como escribió Albert Camus en su ensayo de 1942, El mito de Sísifo: “Hay que imaginar a Sísifo feliz”. En esas tres semanas que fui inmune ante el absurdo del mundo —y procuré ser feliz a pesar del empate ridículo contra Riestra— irrumpió el Toto Silvetti a pura potencia y explotó Matko Miljevic con su golazo frente a Lanús (que despertó en mí la fe de los conversos). Tan inmune fui que pensé que el parate por la fecha FIFA de octubre le daría a Lunari la posibilidad de hacer algunos ajustes, de seguir incorporando jugadores que ya conocía de su Reserva ganadora, de aprovechar los resultados positivos pese al funcionamiento poco convincente del equipo.
Nada de eso sucedió: de los siguientes 5 partidos, perdió 4 y apenas empató 1 (de local, contra Sarmiento de Junín, el último de la tabla anual). Entonces el interino Ricardo Lunari se fue y lo reemplazó el interino Gabriel del Valle Medina. Tuve la precaución de no entusiasmarme con éste.
Dirigió dos partidos de local (el equipo perdió contra Central Córdoba de Santiago del Estero y le ganó a Independiente) mientras la dirigencia cerraba la contratación del tercer técnico definitivo del año: Mariano Soso, que primero tuvo que desvincularse de Alianza Lima de Perú. Y así llegamos a fin de año, con el nuevo entrenador probando todos los resultados posibles: empate en Tucumán contra Atlético, derrota contra Boca de local y triunfo en Córdoba contra Talleres en la fecha final del campeonato
Uno se aferra a esa última victoria pero lo cierto es que el tramo final del año no parece muy alentador, aunque nos puede quedar el consuelo de que tuvimos un rendimiento superior al del Manchester City: 15 puntos contra 9 en los últimos 13 partidos.

Este repaso del año no es ninguna novedad para los hinchas de Newell’s, es más bien un dedo en la llaga, un recordatorio de lo que no puede pasar en 2025 (si llegara a pasar, tendríamos destino de B Nacional en 2026). Fue auspicioso el último partido pero no tanto lo que se escucha en relación al mercado de pases. En primer lugar, es inexplicable lo que sucedió con Miljevic, que evidentemente es medio loquito pero convenía —al menos— hacer un mejor negocio con su pase, no sé, hacer uso de la opción de compra y después venderlo, o prestarlo hasta que se le bajen los humos. En segundo lugar, son cada vez más fuertes los rumores de una venta de Mateo Silvetti al exterior. En tercer lugar, ni se les ocurra venderlo por nada nada nada del mundo, ¿quedó claro? En cuarto lugar, nos hubiera gustado que Velázquez se despidiera de otra manera, aunque es cierto que no tuvo un buen año.
El balance que sí es muy positivo es el que hacemos desde el Newellsletter: con esta, la última del año, completamos 89 entregas desde el 22 de enero. Casi siempe fueron dos por semana y la idea es tratar de que sean tres en 2025.
Tenemos previsto mantener la suscripción libre pero incorporando la posibilidad de aportes voluntarios con montos aleatorios. Por ejemplo, para esta ocasión hay tres opciones diferentes, por si algún lector gusta de contribuir con este proyecto : 1) el costo de un boleto urbano de colectivo para ir a la cancha, 2) el costo de una visita guiada para socios por las instalaciones del Estadio Marcelo Bielsa, 3) el costo de una cocacola en la tribuna.
Durante 2024, en el Newellsletter reseñamos todos los partidos que jugamos en el año, celebramos los 121 años del club repasando la historia, evocamos jugadores notables y partidos gloriosos —algunos, otros no tanto—. Pero lo más relevante es que empezamos a hablar en plural: durante el año conocí a Gustavo Báez gracias a un libro que publicó, Hasta las nubes llega el clamor, y encontré en él a un alma gemela, de esos hinchas que padece sin estridencias, “inelástico a los resultados deportivos”, como dice en el prólogo. Primero le pregunté si podía publicar el capítulo de su libro sobre Condorito Ramos y accedió sin dudarlo, después lo invité a sumarse a escribir con regularidad y también aceptó, así que ya estamos espalda con espalda. Otro que se ha sumado con alguna colaboración fue Juan Ignacio Isern —prometió más para el año próximo— y a quien estamos queriendo convencer para que intervenga cada tanto es a Guillermo Monsalve, el principal instigador de mi regreso a las tribunas.
Ahora sí, llegamos al final.
Al igual que el plantel, las vacaciones serán mínimas y el martes 7 de enero arrancamos la pretemporada. Muchas gracias por acompañarnos este año. Nos reencontramos en diez días.
Y como dice Kiko de Zona Sur, vaaaaaaaaaaaamo Ñuuuuuubeeeeel.