Y ojo que todavía no tocamos fondo
#30 | Copa Argentina 2024, 8vos de final. Por supuesto, perdimos y quedamos eliminados.
Entre el aspecto del estadio de San Nicolás, el campo de juego, el rival, la manera en que jugamos nosotros y los relatos de Julián Bricco, definitivamente, Newell’s y Central Córdoba de Santiago del Estero pareció un partido de Nacional B. Y lo perdimos, como era previsible. La semana pasada nos preguntábamos si había otro equipo del fútbol argentino que jugara peor que Newell’s y la respuesta bien podría haber sido que sí, que nuestros rivales por los octavos de final de la Copa Argentina son más flojos que nosotros. Podría haber sido que sí, resultó que no. Ellos son limitadísimos (de hecho, van últimos en la Copa de la Liga y están muy cerca de irse al descenso, si es que Chiqui Tapia no los suspende por decreto), pero Newell’s tiene esa extraña capacidad de mostrarse siempre tan o más pobre que su rival.
Lo de la definición por penales fue insólito, pero más insólito fue haber llegado a esa instancia, ¿cómo no le vamos a poder meter un gol en los 90 minutos a un equipo tan precario? La única explicación posible es que nosotros somos tan precarios como ellos. Ni una sola vez pateamos al arco. El segundo tiempo directamente no lo ví, con el primero me bastó para mantener la depresión que vengo arrastrando desde el gol que nos metió ese jugador de San Lorenzo que pateó sentado desde el suelo. Creo que esto ya lo dije: uno sueña con que alguna vez un partido se presente sencillo, que a los 10 minutos ya estemos ganando 2 a 0, que los defensores salgan de abajo jugando con prestancia, que los mediocampistas toquen rápido, se desmarquen y aceleren, que los delanteros sean incisivos, que gambeteen, que desborden, que tiren buenos centros, que aguanten la pelota, que definan. Nunca sucede. Y eso que el sueño es bastante modesto: uno simplemente aspira a que los jugadores despliguen los atributos básicos de un futbolista profesional. Para jugar como juega Newell’s, estamos los pataduras fuera de estado que nos juntamos los miércoles a la noche a jugar un rato a la pelota con la excusa de comer un asado posterior.
¿Quién dirige contra Belgrano después de que perdamos el domingo con River?
Desde acá lo bancamos al Gallego Méndez todo lo que pudimos, pero nos la viene haciendo difícil. No jugamos a nada, por más que declare a la prensa que “hicimos un buen primer tiempo y con situaciones”; tampoco se ven repuestas anímicas de los jugadores, a pesar de que se quiera convencer diciendo que “estamos fuertes, hablamos con los muchachos y vamos a salir de esta situación”. Si había un momento para salir de esta situación era, precisamente, el partido contra los santiagueños. Incluso él mismo dijo, después de la derrota contra Racing, que iba a ser “el partido más importante desde que estamos en el club”. Si así le responden los jugadores en el partido más importante desde que está en el club, es señal de fin de ciclo. Era ganarle ayer por octavos de final al último de la tabla, en un mes por cuartos a un club de la B como Temperley, llegar a semifinales y en esa instancia ver si tocaba Huracán o Talleres de Remedios de Escalada. No parecía tan complejo el camino.
No tiene mucho sentido seguir buscando la manera de explicar este presente desolador, mejor repito las mismas palabras que escribí hace tres meses, el 25 de mayo, después de una derrota contra Vélez cuando todavía el técnico era Larriera:
Como le sucedió a Walter White, Newell’s se está volviendo cada vez más malo con el correr de las temporadas. Dejó de lado su origen, ya no se sabe cuál es el propósito que lo anima, perdió empatía, toma decisiones cuestionables, cada nuevo paso lo pone frente a un abismo que desemboca en escenarios truculentos. Lo bueno para el profesor de química devenido en narcotraficante es que Breaking Bad, aunque se haya emitido durante cinco temporadas, se enfoca en su derrotero de los últimos dos años. Lo de Newell’s ya lleva más de una década.
O incluso más.
El plantel del miércoles 21 de agosto (el partido terminó 10 a 5)
Los once de Newell’s que ayer salieron a la cancha no son merecedores de quedar retratados en esta edición del Newellsletter porque arruinaron el comienzo de mi cumpleaños número 49. Esta vez, el espacio queda reservado para los del fulbito de los miércoles. Anoche volví a jugar después un par de meses y, por suerte, atajé bastante decorosamente para el equipo ganador. Luego, costillar de por medio, esperamos a que se hicieran las 12 y celebramos mis 49, los 54 del Profe y los 36 del Rasta.
felices cumpleaños - lamento no haber podido asistir!