Está mal, pero no tan mal
#45 | Liga Profesional 2024, fecha 26: En la primera vez de Soso en el Parque, perdimos 1 a 0 contra Boca. Pudimos haber tenido mejor suerte.
Perdimos. Otra vez. Como tantas otras veces. Como el 42,85% de las veces que jugamos este año, una cifra que puede ascender al 44,18% si el fin de semana que viene se da la lógica y perdemos en Córdoba contra un Talleres que puede ser campeón. Y si eso llegara a suceder, tenemos serias chances de terminar el torneo en el último puesto de la tabla. Aun así, no quedé con una mala sensación.
Hace 33 años se jugaba el Apertura 1991 —el torneo siguiente después de salir campeones en cancha de Boca— y Newell’s, con el mismo equipo, marchaba inexplicablemente en el fondo de la tabla. Llegamos a la fecha 12 con 6 puntos al igual que Racing, que aparecía penúltimo porque nos superaba en diferencia de gol; en la decimoctava posición estaba Quilmes con 7 y por encima, Estudiantes con 8. El domingo 17 de noviembre recibimos al puntero River y perdimos 1 a 0 con un desafortunado gol en contra de Garfagnoli. Como ese día Racing le ganó a Unión, quedamos últimos en soledad. La fecha 13 volvíamos a jugar de local, esta vez recibiendo a Boca, el inmediato perseguidor de River.
Ocupar el último puesto siendo los campeones vigentes signficaba una deshonra para Bielsa, quien les propuso a sus jugadores iniciar una concentración estricta hasta el final del torneo para tratar de revertir la situación. El plantel respondió positivamente y ya no volvimos a perder. Le sacamos un empate a Boca, goleamos 3 a 0 en fechas consecutivas a Independiente y Estudiantes, y empatamos las últimas cuatro fechas contra Talleres, San Lorenzo, Argentinos y Platense. Sin ser una gran cosecha de puntos (9 en total de 14 posibles), resultó suficiente para terminar antepenúltimos con 15, superando a Quilmes y a Unión. Pero fue, ante todo, una muestra de carácter y vergüenza deportiva del equipo, que cerró 1991 con un indicio de lo que sería luego el primer semestre de 1992.
Mariano Soso es hincha de Newell’s y admirador de Bielsa, así que seguramente conoce la anécdota; también es posible que —al igual que a su principal referente dentro del fútbol— no le guste nada la idea de que su equipo termine último. Aunque él no tenga la culpa si eso llegara a ocurrir.
La noche del domingo
Como ya nos acostumbramos a perder contra cualquiera, caer contra Boca solamente por 1 a 0 no suena tan problemático, no importa que hayamos sido locales y que este Boca sea un equipo irregular, por usar un adjetivo benévolo. Es así, la vara está bajísima. Sin embargo, hay que decir que Newell’s jugó un partido decente, con algunos pasajes de juego asociado que permiten proyectar cierto optimismo hacia 2025 (no con estos jugadores, desde ya).
Sí, ya sé que no es lo más apropiado hablar de “optimismo” cuando sabemos desde hace tiempo que 2025 será otro año en el que no participaremos de ninguna copa internacional. Pero tratemos de tener fe. Quedémonos con esa jugada del minuto 12 del primer tiempo en la que llegamos al área con una serie de toques verticales entre Banega, Miljevic, Ramírez, Miljevic y Silvetti que terminaron en una buena habilitación para Miljevic, quien no pudo definir porque la pelota le quedó un poquito alta y no alcanzó a acomodarla con el pecho.
También sé que mi percepción de nuestro rendimiento contra Boca puede verse distorsionada por las condiciones materiales en las que seguí las alternativas del partido: a través de la pantallita de un teléfono celular en medio del ruido, la música y el movimiento de gente en la cena de graduación de mi hija menor, entre copas de vino, jarras de agua con y sin gas, paneras llenas de tostadas saborizadas y grisines un poco húmedos, empanaditas de copetín, sanguchitos de miga y primer plato.
Admito que el contexto quizás me llevó a estar distraído las veces que nuestros defensores quedaron mal parados y terminaron marcando a Montoto, que no le presté debida atención a la abulia crónica del Colorado Ramírez ni a la torpeza de Juanchón García ni a la impotencia ofensiva de Gabriel Carabajal, pero mi espíritu positivo se apoya en las impresiones de Guille, mi habitual compañero de tribuna que el domingo a la noche me mantuvo informado vía wasap desde el lugar de los hechos. “Durante unos 15 o 20 minutos, Newell’s salió jugando y llegó al área contraria tocando la pelota, ¡y eso con los jugadores que tenemos! Ojalá la peguemos con los refuerzos, porque hubo momentos de jugar bien”.
Lo que sí pude ver de primera mano, sin interrupciones de los mozos ni cortes en la señal de wifi, fue la jugada del minuto 26 del segundo tiempo, esa en la que Juanchón García define como Juanchón García y tira por arriba del travesaño lo que pudo haber sido el empate.
Y eso me llevó a recordar lo que había tuiteado más temprano, cuando estaba viendo por rojadirecta la final del segundo ascenso a primera entre San Martín de San Juan y Ginmasia y Esgrima de Mendoza: “Mirá el cabezazo de 9 goleador que mete Nazareno Fúnez en una final y acá no le dimos ni una sola chance. Mientras tanto, nos ‘reforzamos’ con Reascos, Recaldes y Juanchones”.
El pase de Nazareno Fúnez todavía pertenece a Newell’s, que lo prestó dos temporadas consecutivas a Atlético Rafaela y ahora a San Martín de San Juan, donde metió 10 goles en 19 partidos. Está claro que Fúnez no es Van Basten ni Benzemá, pero resulta inexplicable que formemos durante años en inferiores a un jugador y después no le demos la chance de sumar patidos y consolidarse en primera división, sobre todo teniendo en cuenta que los refuerzos que lo tapan tampoco son Van Basten ni Benzemá (y encima cuestan más guita).
Habrá que ver si a Soso le gusta y si Fúnez quiere volver, ya que mientras celebraba el ascenso con sus compañeros, lo entrevistaron en la televisión y declaró que estaba muy feliz de volver a jugar en primera y que tenía muchas ganas de hacerlo con la camiseta del club sanjuanino.
Si no vuelve para la próxima temporada y su lugar lo ocupa un refuerzo falopa, la moderada confianza que me generó el partido contra Boca se esfumará irremediablemente.