Con el 5 en la espalda
#3 | Copa de la Liga 2024, fecha 3: Debut de local con triunfo, una maravilla de Banega y actuación consagratoria de Rodrigo Fernández Cedrés.
De acá a fin de año, "Bono Rodrigo Fernández Cedrés" en cada uno de los partidos de local hasta juntar los tres millones de dólares que cuesta la opción de compra de nuestro uruguayo número 5, una reencarnación de Wilmar Everton Cardaña, aquel hosco centrehalf peñarolense que nació de la pluma de Roberto Fontanarrosa, “un hombre que hizo del encontronazo cruel, la pierna arriba o el gesto acerbo, una marca personal e indeleble a lo largo de su prolongada campaña”. En épocas donde proliferan las películas de superhéroes, de personajes surgidos de la literatura o el cómic, no sería extraño pensar que lo de Rodrigo Fernández Cedrés pueda ser efectivamente una adaptación de la ficción a la vida real, una versión libre que incluye un perfil sociocultural más comunicativo (recordemos que Cardaña era de hablar bien poco, apenas con monosílabos y gruñidos) y un juego más refinado. Sin embargo, tiene en claro cuál es su papel (aunque sobreactúe un poquito): “Me gusta mucho la parte de lo que es la marca, de jugar fuerte y darle seguridad al equipo. El hincha quiere que venga, que raspe, que juegue, que sea bien el 5 uruguayo”.
Contra Belgrano de Córdoba, en nuestra tercera victoria al hilo del torneo y el debut como local, el Pitbull Fernández Cedrés ya se puso a la gente en el bolsillo y a un par de rivales de sombrero. Es de trabar fuerte el hombre, sí, pero no le esquiva al buen pie, distribuye con criterio, quita y toca. Es un salteador de caminos, un bandolero que se dedica a robar toda pelota que le pase cerca y, una vez que la tiene, sabe a quién debe dársela (casi siempre a Banega). Y sobre todo cómo, que es lo más importante,
Por eso es prioritario ir organizando la vaquita para retenerlo en diciembre. No es tan difícil. Si calculamos que por año se juegan en el Parque más o menos veinte partidos y que la cancha siempre está llena, la cuenta nos da un total anual de 800 mil personas. Con 5 dólares per cápita que cueste cada fecha el "Bono Rodrigo Fernández Cedrés", juntamos cuatro palos, tres para comprar su pase y el resto para garantizarle el contrato. Es una ganga, a cambio de hoy son cerca de seis lucas por partido, un Lincoln que en un año se convierte en Franklin. Ya sé que hay crisis, que hay que ajustarse, que no tenemos plata, pero esta iniciativa es justamente para resolver el problema de la escasez. Por supuesto, sería un bono para ese destino específico, no para gastos corrientes del club ni para sueldos ni pases de otros jugadores. Es cuestión de abrir una caja de ahorros en dólares y reglamentar la inmovilización de los fondos, sin cosas raras, nada de bicicletear la guita ni pretender inversiones ni boludear con trading de criptomonedas, algo más parecido a lo que le explica Francella a Goity en El Encargado: “Deme bola a mí, papelito por papelito, crocante debajo del colchón y olvídese”.
Podemos organizarnos sin necesidad de recurrir a Santi Maratea.
El Colo está prendido fuego
Tan decisivo como su compatriota Fernández Cedrés fue el Colorado Ramírez, autor del gol del triunfo, con un cabezazo preciso después de un centro perfecto de Banega (ya vamos a hablar de esa sutileza). Cada partido de Ramírez es un puñal hundiéndose en el recuerdo que el hincha guarda del Gringo Heinze, que porfiaba con prescindir de un 9 referencia de área y se enamoró del paraguayo Recalde. Es revelador que aparezca Heinze entre las tendencias de Twitter cada vez que gana el Newell’s de Larriera, la gente lo hostiga con saña retroactiva y a mí me apena porque lo sigo queriendo a pesar de la evidencia de su gestión deficiente a partir de la segunda mitad en 2023.
También hay bullying para Hoyos cuando Macagno se muestra seguro en el arco y no recibe goles, y de refilón la liga Ortiz ante cada prestación sin fisuras de Glavinovich y Velázquez. A Ferreira, en cambio, nadie lo registra: es tan bueno lo que viene haciendo Banega que no tiene sentido enfocarse en otra cosa que no sea en su calidad descomunal. Qué pedazo de jugador, en estas tres primeras fechas dejó en claro que juega a otra cosa, es una fusión del Yaya Rossi y el Tata Martino en sus mejores momentos, se desplaza con elegancia, no erra un pase, aporta claridad y mejora al resto. Como dijo Varsky, “tiene la cancha en la cabeza”. El centro del gol es una síntesis de su repertorio.
Hasta acá hablé mayormente de tres de los refuerzos que llegaron, otro es Franco Díaz, que todavía no termina de explotar la potencia que traía de Platense, y ahora se suma un argentino de apellido croata con nacionalidad norteamericana que fue suspendido de por vida en la Liga de Futsal de Quebec por agredir a piñas a un rival, Matko Mijael Miljevic, las tres M del mandoble.
Me falta nombrar a la incorporación más importante, la que a la larga va a terminar haciendo la diferencia: Ariel Michaloutsos, el nuevo Director Deportivo, que volvió al club para reemplzar al incompetente del Cholo Guiñazú. Su mano certera está a la vista en el rendimiento de los jugadores que se sumaron, todos titulares y en buen nivel. Mientras tanto, Carlos Ordoñez, que vino con Guiñazú en julio del año pasado para reemplazar a Willer Ditta, todavía no debutó en primera.