Por el pancho y la coca
#46 | Cerramos el año con un triunfo inesperado, evitamos el último puesto y arruinamos el festejo de Talleres (aunque Vélez también hizo su trabajo). Balance y reflexiones sobre la incentivación.
Que la cuenten como quieran, pero Newell’s fue protagonista hasta el final: última fecha del campeonato y terminamos metidos en la definición por el título. Dato, no opinión. Fuimos a Córdoba de punto y nos volvimos con tres. Lo mejor de todo: Panchito González finalmente se convirtió en Pancho y jugó, probablemente, el mejor partido de su carrera.
La fecha pasada había alcanzado las 100 presentaciones oficiales con la camiseta rojinegra y no recuerdo ninguna actuación tan efectiva como la del domingo 14 de diciembre de 2024. Y eso que jugó solamente 45 minutos. Ingresó en el entretiempo por Matko Miljevic y fue una pesadilla para el sector derecho de la defensa de Talleres, quizás la misma pesadilla que había sido para los hinchas de Newell’s a lo largo del año. Pobre Panchito (ya Pancho), este año le venía saliendo todo mal y hasta se tuvo que aguantar que lo chiflaran más de una vez en la cancha; no como parte de reprobaciones generalizadas al plantel sino que hubo hinchas que en algunos partidos se tomaron el trabajo de chiflarlo específicamente a él.
Al igual que el del equipo, el arranque de González en 2024 había sido promisorio, aunque no jugando para Newell’s en esa ráfaga de cuatro victorias al hilo con Larriera como DT sino en la selección argentina sub 23 de Mascherano que jugó el Preolímpico en Venezuela y se clasificó a París 2024. Sus ingresos desde el banco siempre fueron positivos y la vez que le tocó ser titular contra Uruguay hasta metió un gol. El Loco Bielsa le pidió su camiseta luego del partido.
Volvió de la selección para la fecha 6, cuando visitamos a Estudiantes en la previa del clásico (la noche que lo echaron a Banega), tuvo un partido aceptable y dos chances de gol: un cabezazo impreciso en el primer tiempo y una volea espectacular en el segundo, que pudo haber sido un golazo pero se fue por arriba del travesaño. Después se cansó, salió reemplazado y Newell’s perdió. Siete días más tarde, en el clásico del 25 de febrero, tuvo su momento de gloria, un efímero momento de gloria de 3 segundos: a los 17’19” conectó un rebote de Fatu Broun después de un tiro seco del Colo Ramírez (de la época en que Ramírez pateaba al arco) y la mandó a guardar. Salió a gritarlo como un desaforado y no advirtió que el árbitro Mastrángelo, a los 17’22”, —tras un primer impulso de señalar la mitad de la cancha— vio que el juez de línea tenía su banderín en alto y resolvió anular el gol por offside. El desahogo de González (por entonces Panchito) duró 26 segundos más. Ese desfasaje temporal terminó marcando su destino. Se reincorporó del enloquecido festejo detrás de los carteles publicitarios ya siendo otro, con un gesto que lo acompañaría por el resto del año. Hasta el partido contra Talleres.
Partido perfecto
Ya sé que estoy exagerando pero un triunfo así, tan claro y justo, no fue lo habitual durante 2024. Y encima contra el puntero del campeonato, que debía ganar —y que no lo hiciera Vélez— para alzarse con el primer título de su historia. Como Vélez ganó, no se puede afirmar que le arruinamos el festejo a Talleres; sin embargo, hay una duda que me carcome desde hace mucho.
Antes de plantearla, el contexto.
Como decíamos, si el domingo se daban una serie de resultados, Talleres se podría haber consagrado campeón (Vélez tenía que empatar o perder contra Huracán y los cordobeses debían ganarnos sí o sí a nosotros; el empate no les alcanzaba). No sucedió pero pudo haber sucedido. Eso implica que los organizadores de la Liga Profesional tenían guardados en algún lugar del ex Chateau Carreras los implementos para la potencial celebración: las tarimas, las máquinas que disparan papel picado, el arco publicitario donde posa el campeón, el cheque de 500.000 dólares que la AFA otorga como premio (tres empanadas, diría Brandoni en Esperando la Carroza), las medallas y la copa. ¿Qué hacen con eso que no usaron? Sobre todo la pregunta es por la copa y las medallas, imagino que lo demás se puede reciclar. ¿Se las regalan a alguien? ¿Van a parar a un museo clandestino de trofeos no ganados? ¿O le devuelven todo al orfebre para que lo funda y lo transforme en cuchillo así los perdedores se pueden cortar las bolas?
Asimismo, la dirigencia de Talleres ya le había encargado a la marca de indumentaria oficial del club (Le Coq Sportif) la confección de camisetas con la inscripción “CAMPEONES 2024”, ¿o acaso alguien cree que esa ropa se termina de bordar en el vestuario después del pitazo final? No señor, eso ya estaba impreso, doblado y empaquetado, listo para ser repartido entre los jugadores y el cuerpo técnico si la ocasión lo ameritaba. Pero la ocasión no lo ameritó, así que supongo que las quemarán sin dejar rastros, que a nadie se le ocurrirá donar las prendas a Cáritas y correr el riesgo de que caiga en manos de un hincha de Belgrano. Para bullying imperecedero, lo tenemos a ese pobre muchacho cuarentón que se hizo el tatuaje que todos ya vimos.
El cartel de Juárez
Ya hablamos de la conversión de Panchito a Pancho González, ahora toca el turno de Agustín Juárez. El 21 de octubre ya lo habíamos mencionado en la reseña de la derrota contra Godoy Cruz:
Cuando entró el juvenil Agustín Juárez también le quedó una pelota inmejorable y pateó el aire, pero en este caso el responsable no es Juárez sino dios. “Si existe eso que llaman dios, que no se haga el boludo y garantice que a Juárez le vaya bien”, advertí en mi cuenta de Twitter el día que conocimos la conmovedora historia de Agustín gracias a una entrevista que le hizo el periodista Hernán Cabrera en el diario La Capital.
Finalmente se hizo el boludo.
Casi dos meses después, dios decidió ponerse las pilas y lo elevó por encima de su marcador para que pudiera martillar un centro perfecto del ya redimido González y clavar el 2 a 1 para hacerlo feliz y que Newell’s pueda empezar a sentenciar el partido.
A llorar el campito
Durante la semana corrieron todo tipo de especulaciones respecto de un posible soborno que podría recibir Newell’s de parte de Talleres, producto de una conspiración velada que incluía a jugadores de un club que hasta hace poco jugaban en el otro, todo esto azuzado con poco disimulo por el amarillismo de la prensa deportiva. Un ejemplo gráfico fue este tuit clicbait del 12 de diciembre de SportsCenter ESPN, que da a entender que Newell’s iba a escatimar su mejor material (como si eso fuera relevante en un equipo que ocupa la antepenúltima posición en la tabla). Lo que delata la malicia del tuit es la poca precisión de la información, la omisión de los apellidos involucrados (todos lesionados en serio) y la foto que lo ilustra: no eligieron la imagen de ninguno de los jugadores mencionados sino una del técnico Mariano Soso en la que tiene cara del personaje que interpretaba Gianni Lunadei en Mesa de Noticias.
También circularon versiones sobre incentivaciones, que Vélez y Huracán aportarían el dinero que fuera necesario para que nuestros jugadores se interesaran por ganarle a Talleres. El incentivo es una práctica reconocida sin pudores por muchísimos protagonistas y pareciera considerarse como un ahuyentasoborno: “démosles guita a estos tipos para evitar que vayan a menos”. Siguiendo esa lógica, vendría a ser una garantía —poco convencional— para conservar la deportividad y el espíritu competitivo.
Como sea, se enfrentaban el puntero contra el vigésimosexto, uno que podía coronarse campeón por primera vez en su historia contra otro que cambió seis técnicos en el año, uno que jugaba con muchísimas más presiones que el otro. Y, como dijo el comentarista de Cadena 3 Rosario, Claudio Giglioni, “la presión es un revelador de mediocridad”. Por eso no nos pudieron ganar, Guido Herrera, porque los superó la presión, no porque los nuestros hayan recibido plata, como les dijiste durante el partido.
Pero supongamos que sí, que los jugadores de Newell's jugaron incentivados por plata, ¿acaso Talleres no jugaba por la gloria de ser campeón? ¿Guido Herrera cree que vale más la plata que la gloria? ¿Sólo recibiendo un poco más de plata que la que reciben habitualmente por hacer su trabajo profesional alcanza para que uno de los últimos le gane a uno de los primeros? Si fuera tan fácil, avisen así los hinchas hacemos una vaquita cada fin de semana para aportar el dinero extra que nos convertiría en campeones todos los años.
A propósito de incentivos y guita extra, ahora que terminó el campeonato vamos a aprovechar para pedir un aporte voluntario a nuestros lectores y seguidores. Ya hemos explicado que el Newellsletter es una catarsis, una forma de canalizar el fanatismo por un equipo de fútbol y transcurrir mejor las desgracias —que siempre son más que las alegrías— a través de la escritura, pero nos fuimos entusiasmando con la tarea y la recepción que venimos recogiendo y tenemos ganas de explorar un camino de crecimiento para 2025, quizás con una tercera entrega semanal o con la incorporación de entrevistas, veremos.
El primer paso para esta exploración es pedirles que nos den una mano con la difusión. El segundo, este: quienes deseen colaborar, pueden seguir este botón de pago y aportar un monto que de ningún modo es arbitrario, surgió de una sofisticada operación aritmética que involucra los números del rendimiento de Newell’s a lo largo de 2024.
Los datos son estos: 1) Total de puntos del año (TPA=49); 2) Posición que terminamos ocupando en la liga (PL=25); 3) Goles de Juanchón García (GJG=3); 4) Promedio al final de 2024 (P1=1,341); 5) Partidos ganados en el año (PGA=13); 6) Partidos empatados en el año (PEA=10); 7) Partidos perdidos en el año (PPA=18); 8) Cantidad de goles en contra (CGC=50); 9) Cantidad de goles a favor (CGF=35); 10) Promedio con el que arrancamos en 2025 (P2=1,243); 11) Cantidad de fases que superamos en la Copa Argentina (FSCA=2).
Y esta es la fórmula:
El once inicial de la fecha 27: Talleres 1 - Newell’s 3
PD 1: Uno de los datos salientes del cierre del campeonato fue el anuncio de la partida de Vangioni. Resultó complicado su último paso por el club, atravesado por una grave lesión en agosto de 2022 y un rendimiento no siempre convincente debido a su merma física, pero contra Talleres se despidió como capitán y jugando en buen nivel. Éxitos para el final de tu carrera, Piri.
PD 2: Hubo dos nuevos debuts, los de Luca Regiardo, que fue titular en reemplazo del lesionado Tomás Pérez, y de Lucas Mihovilcevich, que entró por Schott después del empate transitorio de Talleres.
PD 3: Al día siguiente del partido un periodista de La Red Rosario dijo que Miljevic se enojó con Soso y que se había roto la relación (insertar meme de Alberto Fernández "Qué pasó ahora, la puta madre”)
PD 4: El domingo al mediodía fui a la verdulería y, aunque rosado, me encontré con el Pomelo Mateo