Larriera va
#1 | Copa de la Liga 2024, fecha 1: Y prendido a la magia de los caminos, Larriera va.

El arranque estuvo bien. De menor a mayor, como suele decirse en estos casos. Por una vez se cumplió aquella verdad completamente refutable de “técnico que debuta, gana”. Primeros tres puntos adentro y con un rendimiento del equipo que da para suponer que podemos ser protagonistas de un torneo cuyo partido inaugural fue Instituto contra Deportivo Riestra. Parece poco pero no: hace años que nivel del fútbol argentino es así de chato (y choto) y sin embargo Newell’s viene navegando por debajo del promedio general.
El equipo
La versión 2024 consolidó una defensa que se fue gestando en 2023, aun con las reticencias iniciales del entrenador anterior, el Gringo Heinze, que prefería a Mosquera antes que a Méndez, a Pittón antes que a Martino y tenía debilidad por Ortíz. Los cuatro de abajo del debut contra Central Córdoba de Santiago del Estero son prácticamente los mismos que terminaron jugando el año pasado: Méndez Velázquez Glavinovich Martino, cuatro apellidos graves que facilitan la enumeración cadenciosa de los relatores. Los dos primeros se dicen de corrido, con la musicalidad sutil que le otorgan las diferentes zetas distribuidas armoniosamente; después viene Glavinovich para cortar con la misma firmeza y elegancia con que corta los ataques del rival (la clave está en el “no” de la sílaba tónica de su apellido y en esa che croata del final) y cierra Martino, que se puede nombrar a secas pero también con la variante de incorporar el esdrújulo Ángelo de su nombre de pila.
El mediocampo todavía está en gestación. Ever Banega será inamovible: vino con la épica de preferir el corazón (Newell’s) por sobre la billetera (Boca), está impecable físicamente, le dieron la 10 y es el nuevo capitán. Se lo vio muy activo en los 80 minutos que jugó el jueves. Otro que llegó durante la pretemporada y ya fue titular es Franco Díaz, un muchachito prometedor de buen campeonato el año pasado en Platense (donde fue compañero de Cacciabue, que estuvo ahí a préstamo, era suplente, ahora volvió y a mí me genera entusiasmo por el recuerdo de su aparición en primera en 2018). Contra los santiagueños el otro titular fue David Sotelo, un chico que debutó con Heinze y en el que Larriera confía: transferidos Montenegro, Esponda y Portillo, seguramente lo veamos más seguido este año. Como es muy probable que también sea vendido Juan Sebastián Sforza (sería una lástima, quisiera verlo junto a Banega al menos un par de partidos), también trajimos a un uruguayo de apellido Fernández. Se llama Rodrigo, le dicen Pitbull, viene del Santos de Brasil y se suma a los dos Fernández mediocampistas que ya estaban en el plantel: Julián (que volvió de Lanús) y Esteban (el juvenil habilidoso que vino de River el año pasado que todavía no debutó).
También nos volvimos a ilusionar con la delantera, ahora que tenemos un 9 en serio: el también uruguayo Colorado Ramírez (un 99 para ser más exactos, porque la camiseta 9 la sigue teniendo su compatriota Guillermo May). El otro día jugó la última media hora y ya se nota que vale los 4 millones de dólares que costó su pase: la pared que hace con Glavinovich en la jugada del gol de Chiaverano es una delicia.
Ojo, lo que ilusiona es el potencial, el ataque del once de arranque fue bastante inofensivo. De centrodelantero empezó May (jugador inclasificable) y por las puntas Aguirre y Schor. Lo del rubio de rodete hipster fue intrascendente, jugó de entrada porque Ramiro Sordo se fue al Santos Laguna de México y nos falta Panchito González, que está en la selección sub 23 disputando el Preolímpico. Brian Aguirre también boludeó bastante pero sólo en el primer tiempo, en el segundo aparecieron sus gambetas, “la moña”, como dijo el técnico en conferencia de prensa y como cantaba Jaime Roos en Duranzno y Convención (“botija de la moña suelta, de la rodilla bien mugrienta”). Tan uruguayo es Mauricio Larriera para hablar que en cualquier momento se le escapa un Newell’s Old Bo’.
De las cosas más celebradas al nuevo DT por la mayoría de los hinchas en este comienzo de la Copa de la Liga 2024 fue su decisión de poner de arquero titular a Ramiro Macagno en lugar de Lucas Hoyos, una celebración que funciona también como rechazo retroactivo a Heinze. Macagno tuvo una primera etapa correcta en el club (también irregular, producto de sus lesiones musculares recurrentes) y despertaba ciertas simpatías. Pero el Gringo llegó a fines de 2022 con Hoyos bajo el brazo, le dio la capitanía y dejó que Macagno partiera a préstamo a Platense. Lo que pasó en 2023 ya se sabe: Hoyos acumuló cagada tras cagada mientras Macagno se fue consolidando en su nuevo equipo hasta llevarlo a la final del torneo (no viene al caso evocar lo que pasó en esa instancia). El 31 de diciembre venció el préstamo y el 1º de enero se sumó al plantel, desde ese día todos lo pidieron como titular. Larriera aprendió de la experiencia de su antecesor y se hizo eco del clamor popular. Salió bien.
Repasemos el final
Cuando se cumple el tiempo reglamentario, el partido está 0 a 0 y el árbitro Luis Lobo Medina (que nos anuló un gol y no cobró un penal) decide adicionar 5 minutos más. Exactamente a los 49’05” agarra la pelota Glavinovich en mitad de cancha y empieza la jugada que a los 49’12” termina en el gol de Chiaverano. 1 a 0 agónico. Como en la película Cabo de miedo, todo parece que se encamina a terminar bien. Después de mucho sufrimiento, los integrantes de la familia Bowden (el matrimonio de Nick Nolte y Jessica Lange junto a su hija Juliette Lewis) consiguen doblegar a Max Cady (Robert De Niro) prendiéndole fuego la cara y forzándolo a que se tire del barco en medio de una tormenta descomunal. Se tendría que ahogar y listo. Pero a la película le faltan diez minutos, sabemos que algo va a pasar. Al partido, en cambio, le queda uno solo, podría haber terminado así.
Está bien que Robert De Niro en Cabo de miedo vuelva a subirse al barco y, con la cara toda quemada, le apunte con una pistola en la cabeza a Nick Nolte para luego trenzarse otra vez en una pelea mortal (en definitiva, se llama Cabo de miedo y es una de terror psicológico), pero en Central Córdoba-Newell’s no era necesario mantener la tensión del espectador hasta el último segundo con una resurrección inesperada del derrotado. ¿Para qué ese tiro en el travesaño del minuto 50’38”, con rebote incierto en el culo de Macagno y una reacción posterior a puro reflejo para tapar la definición a quemarropa del delantero rival a un metro de la línea de gol?
Ganó Nick Nolte y ganó Ramiro Macagno. El susto a Jessica Lange, a Juliette Lewis y a mí no nos lo quita nadie.