Ahora 12
#4 | Copa de la Liga 2024, fecha 4: Triplete del Colo Ramírez para encadenar cuatro al hilo. Banega, si acaso fuera posible, cada partido juega mejor.
Cuatro jugados, cuatro ganados, un solo gol en contra y el 9 nuestro mete tres en un partido. ¿Es cierto o estoy en una especie de engaño como en The Truman Show? Díganme la verdad, ¿están todos confabulados para hacerme creer que la vida es pura felicidad, no? Para mí que los guionistas se dieron cuenta de que yo venía un poco escéptico y armaron este escenario para dejarme contento y que siguiera adelante sin cuestionar nada. El arquero de Unión debe ser un actor de reparto al que le indicaron que pusiera las manos así en el segundo gol. ¿De dónde salió Ramírez? ¿Banega existe?
Crónica de viaje
Mientras se jugaba el partido yo estaba volviendo de un viaje relámpago a Buenos Aires. Paramos en una estación de servicio de San Pedro a las siete menos cuarto para ver si lo pasaban pero en los televisores estaba puesto un canal de noticias. En cinco minutos arranca a jugar Newell's, señor, qué me importa si el presidente está evaluando cambios en su gabinete (ahora que pienso, ¿Milei no será también un personaje de mentirita en este universo ficcional?). Como no lo daban, cargamos gas y seguimos viaje.
De vuelta en el auto pongo la radio, voy de copiloto porque no sé manejar. Supongo que a 150 kilómetros de Rosario la única que se escucha bien es LT3 y la busco en el dial (el auto es modelo 2009, no tiene Bluetooth). Llego al 680 y así me abaraja Eduardo Luis: "Estaba donde tenía que estar, grito de gol bajo la lluvia, gritan los hinchas de Newell’s en la ciudad de Rosario, los de Unión que lo sufren, un taco perfecto, el Colo estaba, dijo aquí estoy yo, el oriental le cruzó la pelota al arquero Campisi cuando se cumplían siete minutos de juego, gana la lepra, manda el equipo de Larriera que estaba tranquilo, grita media ciudad de Rosario, gana Newell’s por 1 a 0, el Colo Ramírez, el nuevo nombre de gol en el equipo del Parque Independencia, ¡bajo la lluvia gana Newell’s 1 a 0!". Lo grito para adentro y me pregunto si la cábala es seguir escuchando o apagar. Consulto con el resto de los pasajeros y me dicen "apagar". ¿Contestan sinceramente o es porque no tienen ganas de escuchar un partido de fútbol? Mirarlo por futbol-libre.org en el teléfono no es opción porque no tengo datos suficientes, además la señal en la autopista Rosario-Buenos Aires es más inestable que mi psiquis.
Vamos despacio porque llueve mucho, calculo que el partido va a terminar antes de llegar a destino. Miro la hora mientras participo de alguna conversación grupal sobre temas equis. Como los borrachos que simulan sobriedad, creo que nadie advierte que no presto atención y mis intervenciones son una suma de "claro", "y sí" y "mirá vos". Por decoro (o porque efectivamente soy Truman en un mundo de fantasía construido para mí) ninguno me expone. Es probable que mi familia sepa que estoy pensando en Glavinovich y Velázquez pero no me confrontan.
Agarro el teléfono con la excusa de chequear el Google Maps pero entro a Promiedos. Me olvido de que tengo activado el grito de gol y eso me delata. La aplicación informa que hace unos minutos hubo un gol de Estudiantes contra Tigre, que Chacarita le gana a Ferro, que en este momento acaba de meter el segundo el Colo Ramírez, y que en simultáneo hay goles de Sportivo Trinidense en la liga paraguaya y de Mazatlan en la mexicana. Me disculpo hacia fuera y celebro por dentro. Con moderación. Es raro pero siempre me pone más nervioso que vayamos ganando. No me tranquilizan las victorias parciales, al contrario, me generan mayor ansiedad, empiezo a percibir en el cuerpo la inminencia del desastre, de la desgracia latente. Si estamos abajo en el resultado siento que ya no hay nada que perder y me anima la ilusión de torcer la suerte. Cuando vamos ganando, en cambio, me paraliza la posibilidad del desmoronamiento anímico si los rivales empatan: no estoy contento porque sé que puedo dejar de estarlo. Todos los que están a mi alrededor lo saben: yo soy Truman y ellos son la esposa, el amigo, el vecino. Los guionistas ya resolvieron que Newell’s va a ganar porque me necesitan a gusto en su reality show pero no pueden ser muy evidentes, entonces me siguen la corriente. Para distraerme y que el tiempo pase más rápido (al partido todavía le queda el segundo tiempo), mi mujer me reclama que cumpla con las funciones básicas de un copiloto: que le de conversación y bizcochitos.
Por los siguientes treinta minutos hablamos de cualquier cosa y en un descuido reviso nuevamente Promiedos: otro gol del Colo Ramírez, 3 a 0, partido definido. Ahora sí me relajo, no importa que después Unión descuente. Ganamos el cuarto partido al hilo. No puede ser verdad.
Sí, es cierto
Aunque me resulte increíble, es real que arrancamos la Copa de la Liga 2024 con esta racha ganadora. Y es real que el equipo hizo un primer tiempo perfecto, que Banega es un crack, que Ramírez es letal, que Fernández Cedrés es impasable, que Velázquez y Glavinovich también, que Ángelo Martino jugó como si fuera un lateral brasilero y que el primer gol fue una obra de arte.
La cantidad de paredes precisas a un toque para ir construyendo el avance me hizo acordar a la jugada del gol de Maradona contra Grecia en el Mundial '94. Extraordinario. Lo que vino después, mejor todavía. Mientras veía el resumen del partido una vez que llegué a mi casa, me entusiasmé peligrosamente.