Pedro Pablo Pasculli
#3 | Si hubiera existido el clicbait en 1993, el titular podría haber sido así: "El finalista de la Copa Libertadores del año pasado se refuerza para la nueva edición con un 9 campeón del mundo".

El año 1993 fue un subibaja de emociones como pocas veces hayamos tenido en el parque, doce meses en los que nos acostumbramos a pasar de la pesadumbre a la euforia en cuestión de días, para luego volver a empezar con el ciclo de decepción y entusiasmo.
Ese año jugamos el Torneo Clausura y la Copa Libertadores durante el primer semestre, en el receso se diputó la Copa Centenario (en la que pusimos un equipo alternativo, pero igualmente ganamos los dos clásicos y pasamos a segunda fase: 2 a 0 de local y 1 a 0 de visitantes), para el segundo semestre vivimos la revolución Maradona para jugar el Apertura y terminamos preocupados mirando la tabla de los promedios. Arrancamos en enero con Eduardo Luján Manera como técnico, lo siguió un interinato de Roque Alfaro, enseguida vino el Indio Solari, después un par de partidos con Roberto Puppo y terminamos el año con el Profe Jorge Castelli.
La expectativa al comienzo de temporada estaba centrada en volver a ser protagonistas de los campeonatos locales —como en los tres años anteriores— y disputar una vez más la Copa Libertadores después de haber sido subcampeones de la última edición.
Tanto el Clausura como la Copa arrancaron temprano, en febrero, y nuestro equipo conservaba prácticamente todos los jugadores del exitoso plantel del año anterior: Scoponi, Saldaña, Raggio, Pochettino, Berizzo, Martino, Llop, Berti, Zamora, Cozzoni y Mendoza. También seguían Garfagnoli, Escudero, D’Agostino, más el aporte de los incipientes Claudio Enría, Castagno Suarez y Bezombé. Fernando Gamboa también era parte del plantel, pero había entrado en una especie de rebeldía que le impedía jugar cuando el equipo lo necesitaba. La única novedad para el comienzo de la temporada fue la largamente anunciada incorporación del Vasco Odriozola.
Si bien el equipo arrancó bien en la Libertadores, jugando en un grupo muy complicado contra River, Olimpia y Cerro Porteño, se hizo evidente que el plantel era corto —sobre todo en ofensiva— para afrontar ambas competencias con ciertas pretensiones. La clasificación a la siguiente etapa del torneo continental recién la logramos en el último partido de la fase de grupos en un recordado duelo contra Olimpia, en el que el empate clasificaba a ambos y eliminaba a River. ¿Cómo terminó? 1 a 1. Los paraguayos se pusieron adelante con un autogol de Pochettino y el mismo zaguero, apenas unos minutos después, tomaría la lanza para batir a Goycochea con un remate a quemarropa.

Apenas unos días antes de ese partido tan emotivo, se anunció la llegada de Pedro Pablo Pasculli, campeón del mundo en el mundial ’86 y participante de la Copa América ‘87.
Era un jugador de gran trayectoria que tenía por entonces 30 años, una edad que le permitía estar competitivo. Además, poco tiempo antes se había dado la vuelta al país de Ramón Díaz —que es unos meses más grande que Pasculli— y había sido goleador y sensación del campeonato. Algunos se entusiasmaban con que Pedro Pablo repitiera lo del riojano.
Nuestro flamante refuerzo tenía una trayectoria ejemplar, solamente había jugado en tres equipos: Colón de Santa Fe, Argentinos Juniors y el Lecce italiano, y se había afianzado en los tres. De ninguna manera era uno de esos jugadores trotamundos que pasaba por un equipo distinto en cada semestre. Si bien sus temporadas goleadoras habían sido las del período 1982/84 en Argentinos y su grito más recordado fue contra Uruguay en México’86, durante toda su carrera siguió marcando una cantidad moderada de goles (en Argentinos había anotado 87 goles en 6 temporadas y en Lecce, 53 en 7 ), participando de la mayoría de los partidos.
Su primera aparición en el parque fue por la cuarta fecha del Clausura contra Independiente, cuando reemplazó a la Chancha Cozzoni en el segundo tiempo de un partido que terminó 0 a 0.

Por la fecha siguiente volvió a entrar en el segundo tiempo en cancha de Deportivo Español. Esa tarde, en la que perdimos 2 a 0, reemplazó a Alfredo Mendoza.
Su primera oportunidad como titular la tuvo en la sexta fecha, cuando recibimos a San Martín de Tucumán. Como estábamos en doble competencia, ese partido lo afrontamos con una formación de jugadores que no era habitualmente titulares: Moriconi (arquero que había tenido su agosto en Independiente y luego pasó por Platense), Menéndez (un lateral que pintaba bien y desapareció en forma repentina), Gamboa sin entrenar, D’Agostino y Garfagnoli, Castagno Suárez, Hernán Sperandío, Pablo Paz (ahora conocido como el papá de Nico) y Enría, Cozzoni y Pasculli. Perdimos 2 a 0.
Volvió a ser titular en la novena fecha, esta vez compartiendo la delantera con el Negro Zamora, cuando visitamos a Huracán (un partido que se postergó dos semanas porque la programación original coincidía con el cruce con San Pablo por los octavos de final de la Copa). Fue derrota 2 a 1 y el equipo fue dirigido por la Subcomisión de Fútbol.
La última aparición en cancha —otra vez como titular y nuevamente como visitante— se dio tres días después contra Boca, en un partido que terminó 0 a 0 y que fue dirigiso de manera interina por Alfaro.
En definitiva, Pasculli se fue sin marcar goles y sin conocer la victoria.
Luego del paso por Newell’s, su carrera, hasta ese momento tan prolija y fecunda, continuó en el PJM Futures de Japón, el Casertana FC de la Serie D de Italia, y se retiró en el Pelita Jaya de Indonesia a los 40 años.
