La 8 del Tata Martino
#17 | El 20 de noviembre de 1962 nació uno de los jugadores más exquisitos que tuve la suerte de ver en vivo: Gerardo Daniel Martino, una de las formas posibles de decir Newell's Old Boys.
Hay un documental que arranca con un tipo imprimiendo unos papeles y de golpe se le clava la impresora, aparece un cartelito en el monitor que dice “consultar al servicio técnico” y al instante deja de funcionar por completo. Se fastidia, la lleva al técnico y éste le dice que no tiene arreglo, que mejor se compre otra. No se conforma y busca una segunda opinión, le repiten lo mismo y le muestran un catálogo de impresoras nuevas. Piensa que lo están estafando y va a un tercer lugar: idéntica respuesta. En ese momento interviene la voz en off del documental y nos cuenta que eso se llama obsolescencia programada, un truco del capitalismo para obligarte a tirar las cosas que tenés y reemplazarlas por otras.
Palabra más, palabra menos, explica que es la programación premeditada de la vida útil de un producto, “el motor secreto de nuestra sociedad de consumo”. Lo escucho y pienso que tan secreto no será porque lo están contando en un documental. Pienso también en los finales de las carreras de algunos futbolistas de élite, figuras y referentes indiscutidos de Newell’s. Esta inquietud me surgió en junio de 2023, durante la despedida de Maxi Rodríguez.
La Fiera se retiró a finales de 2021 a los cuarenta años y en aquel momento uno sentía que le sobraba talento para seguir un rato más, al menos seis meses, los seis meses que le robó la pandemia entre abril y octubre de 2020. Una percepción similar tenía con Nacho Scocco, un par de años más chico que Maxi pero que también decidió dejar el fútbol profesional en noviembre de 2021. Es cierto que Scocco venía arrastrando lesiones musculares ya desde el último tiempo en River y para un deportista de alto rendimiento debe ser imposible hacerse el distraido cuando el cuerpo empieza a dejar esos mensajes de alerta. “Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo”, no lo dice Scocco, se lo hace decir Marguerite Yourcenar al emperador Adriano en sus memorias.
A Batistuta le pasó algo así con los tobillos, tuvo que dejar el fútbol porque se transformaron en sus enemigos y casi queda sin poder caminar, ha contado que hasta pensó en amputarse las piernas por el dolor. Quince años después de su retiro, en 2019, se sometió a una operación para reemplazar su tobillo izquierdo por una prótesis de titanio y el 24 de junio de 2023 volvió a entrar a una cancha para participar de la fiesta de Maxi, pudo correr, jugó un rato y hasta metió un gol de penal.
En otro que pensaba ese día fue en Pomelo Mateo, que se despidió sin anuncios previos en diciembre de 2016. Salió a jugar contra San Martín de San Juan, la rompió como siempre, en el entretiempo le pidió a Osella que lo sacara a los 5 minutos porque se iba a retirar y ahí se enteraron sus compañeros de la decisión que había tomado. Justo a los 5 minutos hubo un córner para Newell’s y en lugar de salir en ese momento se quedó en el área a esperar el centro, cabeceó, fue gol, lo abrazaron todos, saludó a los hinchas y dejó la cancha por última vez en su carrera. Siete años después, también jugó en la despedida de Maxi Rodríguez y se lo vio intacto, listo para ser titular la próxima fecha si es necesario.
En el último que pensé fue en el Tata Martino, que se retiró a los 34 años aunque sus articulaciones venían fallando desde tiempo atrás: “Dejé de jugar en el ’96 pero me parece que ya había dejado unos cuantos años antes y no me había dado cuenta”, dijo en 2010 en una entrevista televisiva. En realidad, en el primero que pensé fue en Martino. Todo esto de la obsolescencia programada es una excusa para hablar de él en el día de su cumpleaños.
Fue uno de los 109 argentinos bautizados como Gerardo Daniel en 1962 y empezó a jugar en el baby fútbol de Newell’s en 1973. Debutó en primera a los 17 años, en un partido que perdimos en el parque 2 a 0 contra Platense por el Metropolitano del 80. Entró desde el banco a los 32 minutos del segundo tiempo para reemplazar a otro debutante, Eduardo Gustavo Juan Parmingiani, que fue titular ese día pero nunca más volvió a ser convocado: setenta y siete minutos fue todo lo que duró su carrera como jugador de Newell’s. La de Martino, en cambio, duró quince años.
Es el jugador con más partidos en la primera de Newell’s (505), uno de los cuatro que ganó más títulos y el único en ser campeón como jugador y como director técnico. Al comienzo de su carrera no se consolidó enseguida porque el mediocampo titular del equipo del ’80 que dirigía Cubilla era Acosta Silva, el Tolo Gallego y Roque Alfaro. Recién pudo agarrar la titularidad cuando Juan Carlos Montes reemplazó a Cubilla y los vendieron a Gallego a River y a Alfaro a Francia. Y no la soltó más.
El Tata Martino marcó una era con la 8 en la espalda. Porque, si bien esa modalidad NBA de cada jugador con su número recién arrancó en el fútbol argentino en 1997, siempre hubo dueños indiscutidos de camisetas en todos los clubes. En Newell’s, la 8 era de Martino, no importa que haya arrancado con la 5 que dejó Gallego o que algún partido usara la 10 para cederle la 8 al Chaucha Bianco (donde sí usó la 10 fue en la liga española, en su paso por Tenerife de febrero a junio de 1991, y en Lanús). Y lo que directamente es inadmisible es la pavada que dice Wikipedia: “Si bien la mayor parte de su trayectoria fue volante central, con la ida de Darío Franco comenzó a utilizar el dorsal 8”.
Es un espanto esa entrada.
Primero, porque Darío Franco recién debutó en 1988, ocho años después que Martino.
Segundo, porque los primeros partidos de Franco fueron por la Copa Libertadores y le tocó usar la 19.
Tercero, porque a Yudica le sobraban mediocampistas buenos y lo ponía de cuatro.
Cuarto, porque cuando finalmente se asentó como titular, con Bielsa como técnico, usaba la 10. La 8 era de Martino.
Pero hay otro problema, tal vez el más grave, en esa infamia de Wikipedia: el Tata no era volante central, tampoco un ocho clásico o un diez, el Tata se movía por los sectores de la cancha donde hubiera sombra. Le escapaba al sol como los vampiros, o como mi tía Hilda, que cuando iba a la playa a Mar del Plata no se movía de abajo de la sombrilla hasta las siete de la tarde. Por eso el mejor homenaje que Newell’s le pudo haber hecho a Gerardo Daniel Martino fue ponerle su nombre a la platea de la visera, la que proyectaba el resguardo sombrío que lo protegía del calor.
“Yo tenía mucha técnica pero era vago, no corría”, suele describirse a sí mismo cada vez que le preguntan cómo era como jugador. Aunque es una verdad a medias. Es cierto que hasta 1990 el sacrificio no era lo suyo, pero el Loco Bielsa lo hizo correr de lo lindo y el Tata respondió: en esos años, hasta lo vimos tirarse al piso para recuperar la pelota. Lo recuerda con una sonrisa el propio Martino en el episodio de Informe Robinson (emblemático programa de la televisión española) dedicado a Bielsa en abril de 2012. Esa nueva versión combativa del capitán de Newell’s resultó un ejercicio pedagógico para los más jóvenes del plantel. Lo explica Ricardo Lunari en ese mismo programa: “Martino era un grandísimo jugador, fue mi ídolo toda mi vida, pero corría poco. Y cuando nosotros lo vimos correr a él dijimos ‘bueno, si corre Martino, corramos todos’”.
Cuando Bielsa dejó el club a mediados de 1992, el Tata aún no había cumplido los 30 años. Para los cánones actuales, era joven, pero es probable que la intensidad de esos veinticuatro meses junto a Bielsa (en realidad, veinte: hay que descontar los cuatro que pasó en Tenerife) haya marcado un pico en su carrera y, a partir de ahí, comenzara un lento fade out hasta el retiro en 1996. Hasta el momento de su obsolescencia programada.
PD 1: Este pequeño retrato que publicó El Gráfico en la página 3 de su edición N°3581, cuando Martino fue campeón por primera vez en su carrera, es de las cosas más lindas que me tocó leer como hincha. Durante años soñé con tener en mis manos un ejemplar de la revista que dijera “Newell’s campeón” y ese día llegó el del 24 mayo de 1988. Después de contemplar embobado la foto de la tapa con Alfaro en andas mezclado entre la gente, di vuelta la página y me encontré con “El llanto del Tata Martino” (que, sin dudas, me contagió).
PD 2: Estas dos biografías de Martino se llaman igual (El Tata) y se publicaron casi al mismo tiempo (en septiembre y octubre de 2014, respectivamente), apenas fue designado como entrenador de la selección nacional luego de su experiencia un poco frustrante en el Barcelona. Una, la de Planeta, la escribieron Lucas Vitantonio, periodista de La Capital, y Vanesa Valenti, editora de Deportes en lanacion.com y colaboradora de JotDown Magazine. La otra, la de Sudamericana, la escribió mi amigo José Dalonso, que es docente en la carrera de Comunicación Social de la UNR, ha escrito otros libros sobre Newell’s y con quien trabajé en un programa partidario en 1994. Los dos libros los tengo en casa y todavía se consiguen en librerías de saldos a través de Mercado Libre. El de Dalonso, acá. El de Valenti y Vitantonio, acá. En algún momento los vamos a reseñar a ambos.
PD 3: En enero de 2019, el Tata Martino fue designado como entrenador de la selección de México y en septiembre de ese año jugó un amistoso contra la selección argentina de Lionel Scaloni, que venía de ser confirmado en el cargo luego de un buen desempeño y el tercer puesto en la Copa América. Argentina terminó goleando 4 a 0 con tres goles de Lautaro Martínez y uno de Paredes, pero lo que queremos destacar acá es lo que que pasó en la previa: Scaloni tuvo palabras muy elogiosas para su colega y ex compañero en Newell’s.
PD 4: La publicación de este texto coincide con el cumpleaños número 62 del Tata Martino, el miércoles 20 de noviembre de 2024. Su último día con 61 años, el martes 19 de noviembre, decidió renunciar a la dirección técnica del Inter Miami. Dos cosas al respecto: 1) a propósito de obsolescencia programa, después de la inesperada eliminación en el primer cruce por los playoffs de la MLS, su destino en Miami estaba cantado; 2) está libre por si llega a fallar lo de Soso y en un par de meses los hinchas piden su cabeza (ojalá que no sea necesario).