Ahora nos volvimos a ilusionar
#59 | Apertura 2025, fecha 11.Victoria merecidísima contra Boca en el Parque, un eficiente 2 a 0 que pudo haber sido todavía más holgado. Partidazo de Banega.
Hace más de treinta años un amigo me hizo este planteo mefistofélico: “Te garantizan que a Newell’s siempre le va a ir bien pero vos no podés pisar la cancha nunca más en tu vida, ¿aceptás el trato?”. Después de muchos rodeos y especulaciones, le terminé contestando que sí, que estaba dispuesto a sacrificarme en pos de un objetivo superior. Pero la decisión resultó sumamente difícil y quedé afectado a pesar de que se trataba de un juego. Precisemos un poco más el contexto histórico de la pregunta para que pueda tomarse verdadera dimensión de lo que implicó esa respuesta; fue durante las vacaciones de invierno del año 1991, hacía una semana que veníamos de ser campeones en la Bombonera y yo había estado ahí. Aceptar el trato y dejar de ir a la cancha equivalía a no volver a ver al equipo de Bielsa ni poder seguir la campaña de la Copa Libertadores del año siguiente (y en ese momento ni podía imaginármelo, pero también significaba que me perdería a Maradona con la camiseta de Newell’s).
Estamos hablando de una época en la que prácticamente no existían los partidos televisados, el fútbol se veía en vivo o no se veía. Si adaptáramos la pregunta de mi amigo a los tiempos actuales, deberíamos reformularla e incluir la prohibición de seguir al equipo por televisión y hasta quizás algún tipo de impedimento explícito para ver los resúmenes por las redes sociales o YouTube. ¿Cuántos estarían dispuestos a decir que sí?
Yo lo acepté en aquel momento y podría volver a aceptarlo ahora. Porque el diablo es capaz de ser todavía más perverso y proponerte el mismo pacto cuando tu equipo anda mal, sabiendo que en la desesperación uno accede a hipotecar su futuro con mayor facilidad, sin preocuparse por estar canjeando la angustia del cortísimo plazo a cambio de algo que va a durar por el resto de la vida. Por eso, si a mí me hubieran pedido el alma después del partido contra Barracas Central, habría agarrado viaje. Aunque, claro, eso me hubiera impedido disfrutar el triunfo épico contra Boca bajo la lluvia torrencial y con una actuación soberbia de Ever Maximiliano Banega.

Igualmente, debo confesar que me perdí bastante del partido. No pude llegar a la cancha porque estuve de viaje el fin de semana y la vuelta se retrasó más de lo previsto, entonces me procuré una computadora con conexión a internet para seguirlo por librefutbol. En el primer tiempo la transmisión fluyó con cierta normalidad, a excepción del comienzo, cuando se tildó la imagen mientras Keylor Navas tenía la pelota en sus pies y volvió ya con Luciano Herrera celebrando su gol. En el segundo tiempo —debido a la tormenta— resultó más complicado. Lo último que pude ver fueron esos cinco minutos delirantes que incluyeron los dos tiros en los palos de Cocoliso González y Gonzalo Maroni, la lesión de Ander Herrera y su abandono del campo sin que Gago hiciera el cambio, el penal que inventó Cavani, que compró el árbitro y que avalaron los del VAR, el remate en el palo y el rebote posterior que le atajó Navas a Rodrigo Battaglia. A lo mejor el proveedor de internet estaba monitoreando mi ritmo cardíaco y prefirió interrumpir la señal a partir de ese momento para preservar mi salud.
Como sea, no supe más nada desde el penal errado hasta el pitazo final.
Después me enteré de que el paraguayo Cardoso pudo haber metido el tercero luego de un pase perfecto de Banega, que Boca llegó poco y nada, y que casi no sufrimos. Si me garantizaran que siempre va a ser así, podría prescindir sin inconvenientes del Newell’s del Ogro Fabbiani. Me alcanza con enterarme de que gana y que los jugadores corren con intensidad todo el partido para pelear cada pelota. No necesito ser testigo de nada de lo que suceda en los 90 minutos, incluso casi que lo prefiero. Me dijo por wasap Juan Ignacio Isern en el entretiempo: “El Ogro Castelli, 4-4-2 y que se mueran los feos. Hoy Newell's no puede jugar a otra cosa, y no es tan fácil hacer esto bien”. Por supuesto que coincido, pero eso no implica que me guste mirar partidos en los que se juega de ese modo.
Como hincha, me hace feliz que gane Newell’s.
Como espectador, me hace feliz el fútbol de pelota al piso y precisión en los pases, con jugadores talentosos que sean capaces de armar paredes con sus compañeros y que tengan habilidad para gambetear rivales.
Si se impone como cábala que yo no miro a este Newell’s rústico de Fabbiani pero ganamos, firmo ya mismo donde sea. Ganancia para todos, win-win. O no tanto, porque en ese caso me perdería de verlos a Banega y a Keylor Navas. Creo que mejor voy a seguir manteniéndome estoico, mirando lo que toque mirar, que a veces reconforta.
El once inicial de la fecha 11: Newell’s 2 - Boca 0

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