La reputísima madre
#6 | Copa de la Liga 2024, fecha 6: En términos absolutos, la jugada de Banega es expulsión. En el contexto de partido que propuso el árbitro Rey Hilfer, no.
Hace unos días circuló por las redes sociales un compacto de menos de un minuto de la final del Mundial 78 donde holandeses y argentinos se revolean patadas y codazos sin que el árbitro se mosqueara demasiado. Los jugadores tampoco se retuercen en el piso esperando en vano una sanción ejemplar ni mucho menos la reclaman, simplemente se ponen de pie, siguen jugando y esperan la ocasión para devolver la gentileza. Era lo habitual hace cuarenta y cinco años. Una disputa en el piso como la de Banega con Ascasíbar no hubiera escandalizado a nadie, hoy es tarjeta roja. Y Banega debería saberlo. No se puede tirar así, por más que su intención no sea lastimar al rival sino trabar para quedarse con la pelota. Lo que hizo fue imprudente, se le nubló el discernimiento y perdió. Habrá ido sin mala fe pero terminó golpeando con los tapones la rodilla del rival. De todas formas, no es enteramente responsable de la expulsión. Fue el árbitro Leandro Rey Hilfer quien habilitó la pierna fuerte a poco de empezar el partido, fue él quien dio inicio a los juegos del hambre.
No recuerdo con precisión los minutos en que tuvo lugar la jugada que marcó el pulso del partido ni tampoco aparece en los resúmenes, pero es una donde lo sacuden a Ángelo Martino en campo rival. Newell’s recupera rápido la pelota (una de las pocas veces que lo hizo) y alguien tira el pase largo para la proyección de Martino por la izquierda (una de las pocas veces que lo hizo). Hay uno de Estudiantes que advierte que será un problema si la pelota pasa, entonces se desespera por anticipar al 23 nuestro y lo consigue. Con mucho esfuerzo, demasiado, pero lo consigue. Viene corriendo con la urgencia del que sabe lo que es el peligro y llega muy exigido, con una vehemencia tal que la saca de la cancha de un puntinazo como de treinta metros, en la inercia arrastra la pierna de Martino. De mínima, es foul y advertencia para el marcador de Estudiantes, pero Rey Hilfer sólo cobra córner. Listo flaco, diste carta blanca, señalaste el camino para que se juegue como en los 70.
Los jugadores captaron el mensaje y el partido se hizo áspero (“Intenso”, diría El Gráfico), un toma y daca parejo con la anuencia del árbitro. Hasta que llegó la jugada de Ever Banega del minuto 20.
La reconstrucción de los hechos
Hacía un rato que el 10 de Newell’s había resuelto ubicarse más atrás en la cancha para poder ordenar el juego y, después de un comienzo errático, lo estaba empezando a lograr. Los mediocampistas de Estudiantes ya no se la podían quitar y se convertía de a poco en el dueño del partido, como cada fecha. En el minuto 20 domina la pelota sobre un costado, Ascasíbar se la puntea ligeramente y le llega a un compañero, Ever la busca, el otro la devuelve atrás con un taco y deja la pelota boyando. Como en esas películas de acción donde hay dos peleando a muerte y ven una pistola caída en el piso, Banega y Ascasíbar se tiran para ganar la disputa. Ninguno va con saña pero ambos saben que Rey Hilfer arrancó permisivo y hasta ahora no amonestó a nadie. Todo sucede en menos de tres segundos. Banega llega primero pero le erra a la pelota y la suela de su botín impacta (no de lleno) en la rótula de Ascasíbar, que hace un poco de espamento aunque probablemente le duela en serio. El árbitro saca la primera amarilla. Hasta ahí, lo normal para un partido picante, que escaló hasta ese lugar como consecuencia de aquella tolerancia inicial que ni siquiera ameritó un reto.
La televisión empieza a mostrar las repeticiones y pienso que Banega la sacó barata, que tranquilamente lo podrían haber echado, que Larriera debería sacarlo pronto y preservarlo para el clásico aunque eso implique sacrificar este partido. Pienso también que si la jugada hubiera sido al revés ahora estaría reclamando la expulsión de Ascasíbar. Y en eso llaman los del VAR.
Cagamos.
El punto 12 del reglamento de la FIFA en su inciso 3, donde se especifican las medidas disciplinarias, no deja mucho margen para la duda, dice que “se expulsará a todo jugador culpable de juego brusco grave”. Lo explica así: “Las entradas o disputas del balón que pongan en peligro la integridad física de un adversario o en las que el jugador se emplee con fuerza excesiva o brutalidad deberán sancionarse como «juego brusco y grave» (faltas de extrema dureza)”. Y por si hace falta, además aclara: “Todo jugador que arremeta contra un adversario en la disputa del balón de frente, por el costado o por detrás, utilizando una o ambas piernas con fuerza excesiva o poniendo en peligro la integridad física del adversario, estará jugando con excesiva dureza”.
En términos absolutos, la tarjeta roja es correcta. La discusión pasa por una cuestión de jurisprudencia: por cómo venía llevando el partido Rey Hilfer, lo esperable era que manejase la situación como planteó más tarde Larriera en conferencia de prensa: "Hay veces que hay que ser un poquito psicólogo y dejar pasar”. Es decir, que mantuviera la tarjeta amarilla pese a la sugerencia del VAR. Pero no, el equipo que es Banega + diez, terminó jugando con esos diez y sin Banega.
Un dato al que en ese momento no le prestamos atención y ahora sí: a cargo del VAR estaba Silvio Trucco, el mismo árbitro que el año pasado contra Huracán no cobró ni foul en una entrada muy similar de Soto a Balzi. La sensación de impotencia (y despojo) se completa cuando comprobamos que Rey Hilfer, después de echar a nuestro capitán, volvió a la senda permisiva. Aplicó una evidente doble vara cuando no expulsó a José Sosa después de la patada de atrás que le tiró a Velázquez, una patada que en cámara quizás sea vea menos espectacular que la de Banega pero que es más alevosa porque no se tira a disputar la pelota sino con el único objetivo de bajar al rival. Amonestó, lo llamaron del VAR por si quería rectificar, la volvió a ver, se hizo bien el boludo. Lo mismo sobre el final del primer tiempo cuando dejó pasar un planchazo de Benedetti a Brian Aguirre. Siga siga.
¿Errar es humano?
Uno trata de no ponerse conspirativo pero tampoco pretendan que acepte mansamente la explicación “Los árbitros somos humanos, nos podemos equivocar”. Es verdad, errar es humano, pero más humano es corromperse por guita en confabulación con otros y hacer las cosas mal a propósito. No digo que haya un complot en contra de Newell’s, digo que los árbitros parecen comportarse como una asociación ilícita que a veces te perjudican y otras te benefician en compensación (no habría que sorprenderse si el domingo en el clásico nos benefician). ¿Qué es acaso el famoso “peso en AFA” que suele destacarse de algunos clubes? ¿Por qué tratan de congraciarse los dirigentes con Chiqui Tapia? ¿Para qué mierda el presidente Astore le anda atrás cada vez que puede? Como dijo @Tengo1teoria en su cuenta de Twitter: “Tenemos el presidente con más fotos con los presidentes de AFA y de Conmebol de la historia, el único beneficiado con esa relación es el que fabrica las plaquetas”.
Del partido no pienso decir más nada porque la imprudencia de Banega me arruinó la semana. Es más, podríamos haberle ganado el lunes a Estudiantes que estaría igual de fastidioso que ahora, como cuando Caniggia recibió la segunda amarilla contra Italia y se quedó afuera de la final contra Alemania en el Mundial 90.
Y encima se murió Carozo Raggio.