No aprendimos nada
#9 | Dirigentes y responsables institucionales del fútbol formativo de Newell's, unos energúmenos pusilánimes que no están a la altura de sus cargos.

Pienso en Isaac Newell, ese inglés al que le deformamos el apellido cada vez que el equipo sale a la cancha y gritamos dale Ñobe dale Ñobe al ritmo de la marcha radical o soy de Ñubel soy de Ñubel con la música de Let the Sunshine in. Ese inglés que en 1869, con 16 años, salió de su país en un barco con destino a Rosario y, una vez en la ciudad, empezó a trabajar como telegrafista en el ferrocarril. Ese inglés apasionado por el fútbol que estudió para maestro, que en 1876 se casó con una alemana, y que juntos fundaron el Colegio Comercial Anglo Argentino en 1884.
Eligieron los colores rojo y negro como emblema. Rojo por la bandera inglesa, negro por la bandera alemana. Rojo y negro, los colores de las banderas que agitamos mientras deformamos el apellido de Isaac Newell para reafirmar nuestra identidad futbolera desde la tribuna.
Pienso en Isaac Newell porque el Colegio Comercial Anglo Argentino, ese que fundó con su esposa Anna Margareth Jockinsen, fue el primer colegio rosarino sin distinciones de raza, clases sociales ni credos. Multirracial y multicultural, pionero en la ciudad. Un colegio que abrió sus puertas a católicos y no católicos. A criollos, italianos, españoles, alemanes y franceses. A chilenos y brasileros, a uruguayos y paraguayos. A los turcos, a los árabes. También a los rumanos y a los suecos, a austriacos y británicos. A cualquiera, a todos.
El espíritu del colegio de Isaac Newell fue el que sembró la semilla para que su hijo Claudio se juntara con un montón de ex alumnos en 1903 y fundaran el club de los viejos muchachos de Newell, el Club Atlético Newell's Old Boys. Pienso en ese legado y no puedo creer la noticia que se volvió viral el 3 de junio de 2025: “Newell's sancionó a seis chicos de las infantiles del club por sacarse una foto con Malcorra”.
¿Se puede bastardear así la historia? ¿Se puede ser tan pelotudo? Parece que sí.
Ya era un problema que hubiéramos naturalizado el cartelito que hay en la entrada de la Escuela de Fútbol Malvinas Argentinas —de donde salieron Messi, Maxi Rodríguez y tantos otros—, ese que dice que está prohibido ingresar al predio con indumentarias o accesorios de otros clubes de primera división. Claro, lo naturalizamos porque hay un cartelito idéntico en la entrada de todos los clubes, en sintonía cultural con la ausencia de visitantes en las canchas desde 2013.
En nombre de la pasión, el unanimismo se volvió regla en el fútbol argentino. Una pretensión de pureza fanática que va moldeando la manera en que nos relacionamos con el juego: el otro no existe. Y si es el rival de toda la vida, menos todavía.
Ese comportamiento llevado al extremo tomó forma de adoquín en las manos de Iván Reinfestuel y Ariel Cabrera, dos hinchas de Newell's, y le reventaron la cabeza a Ivana Garcilazo. La mataron por llevar puesta una camiseta de Central. Lo mismo hizo una horda de hinchas de Belgrano con Emanuel Balbo, otro hincha de Belgrano a quien alguien en la tribuna señaló como de Talleres y eso bastó para que lo golpearan y lo tiraran por una de las bocas de salida del Estadio Mario Alberto Kempes.
Podríamos seguir con otros ejemplos de barbarie explícita pero mejor volvamos al hecho que nos ocupa, a priori insignificante al lado de estos. El problema es que forma parte de un universo común: los responsables del club que resolvieron sancionar a los seis niños de 9 años que se fotografiaron con Ignacio Malcorra luego de un partido entre las categorías 2016 de Newell's y Defensores de Funes —donde juega el hijo del 10 de Central— no tomaron esa medida en el vacío. Les pareció bien, ejemplificadora, un correctivo interno “para no sentar un precedente”, porque existe un clima que lo avala, un clima mucho más extendido de lo que sugieren las reacciones públicas negativas que podemos ver en medios de comunicación o redes sociales.
Es reveladora la honestidad brutal que mostró Juan Álvarez —colaborador dentro de la estructura del fútbol infantil— en la entrevista que le concedió a Alberto Lotuf en Cadena 3 Rosario (acá se puede escuchar completa):
“Formamos parte de una comunidad y hay actitudes que no se ven bien. Y bueno, nosotros debemos actuar como Newell’s, no como una persona individual. De todas formas, esto se habló con los padres y están de acuerdo con la sanción, hicimos una reunión y ninguno tuvo una queja”.
“Estos chicos están becados, están becados y uno cuando recibe una beca tiene que tomar cierta responsabilidad”.
“Esto surgió hará cosa de 45 días, fueron a jugar por el torneo solidario de Rosarina en Funes, estaba este muchacho y y se sacaron una foto. Recibimos amenazas, hubo una manifestación un martes, donde no podían entrenar los otros chicos que van al predio”
Al margen de que hayan recibido o no amenazas y de la naturaleza supuestamente consensuada de la sanción (el padre de uno de los chicos lo desmiente), de sus palabras se desprende satisfacción por lo actuado. Le parece lo más lógico del mundo.
En el mismo sentido se expresó Carlos Pancirolli, coordinador deportivo del predio Malvinas y ex arquero del club, que formó parte de los planteles campeones de 1988, 1990 y 1991:
“Los chicos son las víctimas porque la foto la generaron los padres. Esto que se decidió es un correctivo interno para que no se repitan estos errores de subir fotos. Cada uno puede hacer lo que quiera, pero no con la ropa de Newell's. Hay que respetar el escudo, la camiseta y por eso debíamos sentar un precedente”.
¿Será consciente Pancirolli de que el único precedente que sentaron fue el de la vergüenza irremontable, de los valores contrarios al espíritu abierto de nuestros fundadores? ¿No aprendieron nada de la ovación que recibió Di María cuando vino a nuestra cancha para participar de la despedida de Maxi Rodríguez, de la amistad y camaradería que hay entre ellos sin importar los colores? ¿Ni del Negro Zamora, que fue hasta la cancha de Central para participar del velatorio multitudinario a Omar Arnaldo Palma?
Sobre el comunicado oficial mejor no digo nada. “Por motivos que desconocemos, en las últimas horas tomó notoriedad pública nacional pese a tratarse de una situación que ya estaba resuelta en el ámbito del club”. ¿En serio?
Para darle un cierre a esta catarsis, quería volver a compartir algo que escribí hace un tiempo sobre mi amistad infantil con el gordo Santiago, hincha de Central, en ocasión de uno de los clásicos que perdimos con gol de Malcorra.
PD 1: Si les gusta el Newellsletter, pueden recomendarlo en sus redes sociales, compartirlo entre sus contactos de WhatsApp y alentar a sus amigos a que se suscriban. Y si desean apoyarlo con espíritu filántropo, eventualmente pueden darle clic a alguno de los aportes voluntarios que ponemos a disposición en cada entrega (esta vez, es uno de 1000 pesos). También pueden evitar la mediación de Mercado Pago y hacernos transferencias a piacere a este alias: TATA.LOCO.ROQUE
PD 2: Nos despedimos con esta foto de los jugadores posando mezclados en la previa de un clásico del año 1943.
Bonus track: En la conferencia de prensa que brindó Lionel Scaloni en la previa del partido de la selección argentina contra Chile, le preguntaron por este episodio. Claramente, su respuesta está a la altura del cargo que ocupa. Y además, tiene la autoridad de alguien que fue formado en el club como jugador y cuya imagen con la copa del mundo en sus manos fue pintada en un mural del predio Malvinas Argentinas.