Panza Videla
#4 | Mario Hernán Videla tiene uno de los mejores apodos de la historia del fútbol argentino (en realidad lo heredó de su padre, también futbolista: él era Pancita). Jugó en Newell's en 1989/90.
Luego de la floja campaña 1988/89, se rumoreaba que habría cambios para la siguiente temporada. Muchos pensaban que el exitoso ciclo de José Yudica ya estaba cumplido y que vendría un entrenador nuevo. Sin embargo, la comisión directiva redobló los esfuerzos para convencer al Piojo de que continuara en su cargo, con la promesa de mejorarle el plantel para que pueda volver a ser competitivo.
Unos días después se anunció la incorporación de Mario Panza Videla y pareció una lógica consecuencia: era un jugador de probada jerarquía que había sido dirigido por Yudica con gran suceso para ambos.
La expectativa en los hinchas se hizo evidente. Por entonces, Videla era un jugador de 27 años que venía de ganar con Argentinos Juniors el Metropolitano 1984, el Torneo Nacional 1985, la Copa Libertadores de ese mismo año (donde fue el jugador que pateó el penal del triunfo frente a América de Cali). Además, a fines de ese 1985 jugó la mejor final de la Copa Intercontinental de la historia contra la Juventus de Platini, Serena y Laudrup, un recordado partido que terminó 2 a 2 y se definió por penales a favor de los italianos (el pase que Videla le pone a Ereros para el primer gol es una locura).
Luego fue transferido a Colombia, donde fue dos veces campeón (1987 y 1988) y figura en Millonarios, experiencia que terminaría abruptamente no por rendimiento deportivo sino por una discusión con el entrenador que el club consideró inadmisible.
En su regreso al país, fichó por Racing, donde —si bien estuvo una sola temporada— ganó la Supercopa Interamericana en un partido jugado en Los Ángeles frente al Sport Herediano de Costa Rica. En esa final, Videla fue titular en un equipo en el cual estaban el Pato Fillol, Gustavo Costas, el Vasco Olarticoechea, el Mencho Medina Bello y Rubén Paz.
El torneo en el que Videla jugó en Racing fue el que entregaba un punto adicional en definición por penales cuando los partidos terminaban empatados. En una de esas definiciones, frente a Argentinos Juniors, le tocó ser protagonista de la tanda más larga del campeonato, en la que se ejecutaron 44 penales antes de resolverse el partido. En lo que sería la última tanda, Goyén atajó el tiro del Panza (que pateó tres en esa extenuante definición) para el definitivo 20 a 19 a favor del Bicho de Paternal.
Al momento de llegar a Newell’s volvió a trascender una noticia que ya había circulado durante años por la ciudad, que nunca quedó claro si era información cierta, especie periodística o leyenda urbana. Se decía que un joven Mario Videla recién llegado de Mendoza —y antes de su monumental campaña en Argentinos Juniors— habría recalado en un club de la ciudad y fue rechazado por encontrársele una lesión en una rodilla.

La presentación oficial según el calendario no podía ser más exigente: River en Buenos Aires. Sin embargo, al local le suspendieron las dos primeras fechas porque había estado jugando en el receso, así que el debut fue de local con un triunfo 2 a 1 contra Deportivo Español por la segunda fecha el domingo 20 de agosto. El partido correspondiente a la primera se terminó jugando la noche del miércoles 23 y fue un empate sin goles que se interpretó como un punto valioso para el arranque del certamen. El equipo que salió a la cancha en el Monumental sonaba convincente en nombres: Scoponi, Gamboa, Theiler, Pautasso y Fullana: Franco, Martino, Juan José Rossi y Videla; Sáez y Cozzoni. Esa noche, como nota de color, para River jugaron Zamora y Batistuta.
Pero volvamos al debut, al día que empezamos a ver al nuevo equipo en directo contra Deportivo Español, la tarde que ganamos 2 a 1 con dos goles de Ariel Cozzoni en el arco del Palomar. Más allá del triunfo, nuestros ojos estaban puestos en el Panza y nos quedamos con algunas dudas. Recuerdo que Riganti me hizo una observación: “Cuando lleva él la pelota, se mueve bastante rápido, pero cuando no la tiene parece clavado en la tierra”.
En los partidos que siguieron (incluido el de River) se empezó a hacer evidente que el comentario de Riganti no era del todo justo. Porque, en realidad, todo el equipo carecía de movilidad y Videla se asimilaba perfectamente al resto.
El único que parecía estar en otra sintonía era Cozzoni, que se debatía en soledad en ataque con notable efectividad. Ese año, la Chancha fue goleador del torneo con 23 goles y su más inmediato perseguidor llegó apenas a 16 (el segundo de la tabla de goleadores fue Mario Bevilaqcua, El Pastor, apodo vinculado a su actividad religiosa que comenzó a partir de la milagrosa curación de una escoliosis de columna que estuvo a punto de impedirle la carrera futbolística).
Daba la sensación no solo de que no hubiera delanteros que rindieran, sino directamente que faltaban atacantes en el plantel. Por la octava fecha nos tocó Unión y, como ese día Cozzoni estuvo ausente, Newell’s presentó una formación que resulta difícil de imaginar en la cancha. La listo —como si fuera un mundial viejo— por orden alfabético: Alfaro, Cerro, Fullana, Gamboa, Llop, Martino, Pautasso, Pochettino, Scoponi, Theiler, Videla. Recuerdo que esa tarde el que se vio en figurillas fue el locutor de la voz del estadio. Al momento de dar la formación, el hombre no pudo evitar abatatarse y cometer un fallido del cual se habrá arrepentido de inmediato, pero ya era tarde: cuando llegó a los puestos de ataque, dijo “y como delanteros, supuestamente, Alfaro y Cerro”.
Por desgracia, los delanteros que llegaron luego como refuerzos (no recuerdo la razón pero se incorporaron bien avanzado el campeonato) fueron totalmente improductivos: Raúl Falero Robles, uruguayo formado en Bella Vista, y Óscar Tedini, jugador de pasos brillantes por Talleres y San Lorenzo, que no se pudo recuperar de distintas lesiones previas.
El campeonato no pudo terminar de peor manera. Por la fecha 36 perdimos 3 a 0 con Chaco For Ever allá (partido en el que marcó uno de los goles el Ratón Sallabery, otrora promesa juvenil del seleccionado sub-16 donde jugaban Fernando Redondo, Lorenzo Frutos y Hugo Maradona); por la 37, un miércoles a la noche donde el equipo lució sospechosamente apático y perdimos 4 a 2 en casa contra un Racing de Córdoba necesitado de puntos para evitar el descenso; y en la última jugamos un clásico que terminó suspendido por incidentes y que la AFA les dio por perdido a ambos, además de una penalización de descuento de dos puntos.
En definitiva, Mario Hernán Videla jugó 29 partidos en Newell’s y marcó 3 goles antes de irse a San Lorenzo de Almagro, que sería su último club en la primera división de Argentina.

PD: Una vez publicado este Newellsletter nos llegaron varias fotos del archivo minucioso de Sergio Acuña:
1) Esta del Panza Videla de civil, de espaldas a la platea vieja que daba al Hipódromo. Cuando entrevistemos al histórico fotógrafo Carlos Ronga le vamos a preguntar si la sacó él.
2) Esta (que sí es de Carlos Ronga, con total seguridad) del partido contra Talleres por la 33° fecha. De pie: Eduardo Berizzo, Gerardo Martino, Norberto Scoponi, Darío Franco y Miguel Ángel Fullana. Hincados: Ariel Cozzoni, Óscar Tedini, Juan Manuel Llop, Julio César Saldaña y Mario Hernán Videla.
3) La de la formación del equipo en el partido contra Unión, que usamos para reemplazar esta del partido contra River en el Monumental (que no tenía buena resolución). De pie: Darío Franco, Gerardo Martino, Norberto Scoponi, Jorge Theiler, Jorge Remigio Pautasso y Miguel Ángel Fullana. Hincados: Fernando Gamboa, Lorenzo Sáez, Ariel Cozzoni, Juan José Rossi y Mario Hernán Videla.