Los Reasco: Néicer y Djorkaeff
#6 | Al menos hasta 2025, los ecuatorianos son la única dupla de padre e hijo que puede jactarse de haber jugado en la primera de Newell's y en un Mundial.
Entre fines del milenio pasado y comienzos del presente, existió una época donde las incorporaciones de Newell’s tenían el carácter de lo inesperado, sorpresivo y, muchas veces, exótico. Generalmente se trataba de jugadores que llegaban sobre la hora o con el campeonato empezado, a menudo venían de países vecinos, y siempre ocurría cuando era evidente que el plantel estaba corto. Entonces, para los hinchas (y sospecho que para el cuerpo técnico también) era una sensación de “y bueno, veamos qué pasa con éste”. Así conocimos a Valentín Hilario Filippini, un empeñoso lateral izquierdo formoseño, de vasto recorrido por el fútbol paraguayo, que jugó varios partidos de titular; a Tilico, un delantero brasilero con pasado en Honduras; al colombiano William Vázquez (no confundir con Julián), una especie de interior derecho sin marca y sin llegada; a Paulo César, un brasilero a quien no vimos jugar, y varios más.
En ese contexto, en la pretemporada del verano de 2001, a nadie le extrañó la presencia de Néicer Yano Reasco, un ecuatoriano de 23 años de buena contextura física y escasos antecedentes. Al equipo lo dirigía Jorge Ribolzi desde los últimos partidos del torneo anterior, donde había estado navegando por mitad de tabla bajo las órdenes de Andrés Tito Rebottaro.
Néicer, el padre
El debut de Reasco llegó recién en la 5° fecha y fue desde el banco de los suplentes. Ese 5 de marzo ganamos 2 a 1 contra Argentinos con goles de Sergio Bernardo Almirón —hijo de Sergio Omar, que parecía ser el nuevo Juan Sebastián Verón y hasta llegó a jugar en la Juventus, pero luego se desinfló— y Diego Jesús Quintana. El equipo esa tarde formó así: Cejas; Saldaña, Fuentes, Grabinski, Fernando Crosa y Damiani; Ponzio, Almirón y Maxi Rodríguez; Quintana y Sebastián Cobelli. Reasco entró por Quintanita con el partido 2 a 0 faltando 15 minutos: cosas habituales en la época del Ruso Ribolzi, donde el equipo terminaba defendiendo con seis jugadores. La fórmula salió bien en ese partido pero no funcionó a la fecha siguiente contra Unión en Santa Fe. También ganábamos 2 a 0 —esta vez con goles de Crosa y Maxi—, el Ruso hizo el mismo cambio faltando media hora y terminamos perdiendo 3 a 2.
Por la séptima fue su primer partido como titular, fue en un 0 a 0 horrible con Gimnasia en el Parque, que incluso pudo ser derrota si Terremoto Cejas no atajaba un penal. La defensa fue Damiani, Grabinski, Crosa y Reasco.
En la octava fecha volvió a ser titular, otra vez como locales de un equipo platense: le ganamos 1 a 0 a Estudiantes con gol de Mauro Rosales. En la novena contra Racing no jugó y volvió al primer equipo en la fecha siguiente, con goleada en casa por 4 a 1 contra Belgrano. Una particularidad de Reasco era que, a pesar de ser diestro —y que luego en otros equipos se lo vio jugando como lateral derecho—, en Newell’s siempre se desempeñó sobre la banda izquierda. En esa época Saldaña jugaba preferentemente de volante y quien iba de 4 era Raúl Damiani.
Las buenas actuaciones del ecuatoriano lo habían dejado bien posicionado ante la preferencia de la hinchada: era un jugador fuerte, de buen manejo, que no vacilaba en pasar al ataque cuando la ocasión se lo permitía (y algunas más).
Sin embargo, cuando parecía que el barco se acomodaba para el equipo y para él, vino uno de los peores partidos del año, cuando perdimos sin atenuantes 2 a 0 contra Almagro en José Ingenieros, un martes a la tardecita por la fecha 11. A pesar del escaso volumen de juego que tuvo el equipo, el partido se definió en jugadas puntuales: el blooper de Fuentes en el primer gol, la expulsión de Reasco a principio del segundo tiempo por una patada descalificadora al pecho de un rival, y la canchereada de Cejas para definir el partido.
Luego de cumplir la suspensión por dos partidos (que en esa época era automática para los futbolistas que sufrían una roja directa), volvió para el partido como local contra River. Fue aquella recordada tarde del golazo de Damiani, que lo ganábamos 2 a 0 y luego nos lo dieron vuelta con tres goles en seis minutos para terminar perdiendo 3 a 2.
También fue titular en las dos caídas que siguieron. Primero, la tradicional derrota con Vélez allá, en este caso 2 a 0 con goles del Beto Camps y Darío Husaín, la tarde que salimos a jugar con cinco defensores y recibimos el primer gol al minuto. Y luego, en casa contra Colón por 3 a 1. Ese día nos metió dos goles Darío Cabrol —de los tres que convirtió en la temporada—, en uno de sus pocos partidos exitosos con esa camiseta. Recordemos que Cabrol en el Clausura 2001 jugó para el sabalero, una actitud que la hinchada tatengue no le perdonaría jamás: era un jugador símbolo de Unión (y también nos había marcado varios goles con esa camiseta).
En la fecha siguiente, Reasco vio desde el banco de suplentes el triunfo como visitantes en el clásico que definió Saldaña a poco del final. Sí volvió como titular a la fecha siguiente para la derrota como locales de Independiente por 1 a 0 con gol tempranero del Cuchu Cambiasso.
Su última aparición fue en el cierre de ese torneo jugando en Córdoba contra Talleres, cuando empatamos 1 a 1 con gol del Gordo Real. Terminamos el campeonato en mitad de tabla, sin haber jugado nunca bien, se desvinculó Ribolzi y no tuvimos más noticias de Néicer Reasco, que en total jugó 11 partidos con la rojinegra.
En realidad, sí tuvimos noticias, porque algunos años después apareció jugando por la Liga de Quito en cuanto torneo internacional hubiera por ahí, también en San Pablo, donde formó parte del equipo campeón de la Copa Libertadores 2006. Además, jugó 56 partidos en la selección de Ecuador y estuvo presente en el mundial de Alemania 2006.
Y de nuevo volvimos a tener noticias suyas, aunque esta vez en forma indirecta, porque a principios de 2022, durante el receso de verano, nos enteramos de que Newell’s contrataba a Djorkaeff Reasco, delantero ecuatoriano de 23 años, hijo de Néicer.
Djorkaeff, el hijo
Acaso fue por la figura romántica de traer un futbolista extranjero cuyo padre también pasó por el club cuando tenía su misma edad, quizás porque su nombre —en honor del goleador francés Youri Djorkaeff, campeón del mundo con su selección en 1998— sugería un vínculo virtuoso con el fútbol, tal vez porque lo pagamos caro (más de un millón de dólares según las divergentes crónicas de la época), o por una hábil campaña de prensa, el hecho es que llegamos a entusiasmarnos con este futbolista que venía a reforzar el equipo de Javier Sanguinetti.
El debut de Reasco (hijo) fue por la tercera fecha de la Copa de la Liga Profesional como locales frente a River, partido en el que reemplazó a Juan Fernando Garro a mitad del segundo tiempo. Pero la historia conservó poco de su actuación de esa noche, porque sólo un par de minutos después de su ingreso comenzaron las terribles macanas de Arboleda que nos llevaron a la derrota.
También entró un ratito en los dos triunfos que siguieron, 2 a 1 con Talleres en Córdoba (con lindo gol de Nico Castro) y una notable goleada en el Parque por 4 a 0 contra Atlético Tucumán (en este caso, con terrible golazo de Nico Castro). En este partido, Djorkaeff asistió a Nazareno Fúnez para el último gol. Luego hizo banco y no entró las dos fechas siguientes, un empate en Junín y el clásico de Juanchón.
Reapareció el otro domingo, 3 de mayo, por la octava fecha, cuando se implantó el VAR en la liga argentina. A modo de estreno, nos dieron un penal por un agarrón invisible que sirvió para marcar el primer gol en el 3 a 1 frente al Calamar de Vicente López. Djorkaeff Reasco, que había entrado para el último cuarto de hora, terminó cerrando el partido con una precisa definición en un mano a mano frente al arquero Marcos Ledesma.
Luego de verlo un par de veces, la sensación que producía era que se trataba de un jugador rápido y de buen manejo, así como de una llamativa reticencia al roce físico. Es curioso, pero en casi todas las fotos aparecía volando como si lo hubieran ametrallado por la espalda.
De ahí al final del campeonato siempre siguió entrando unos minutos, sin hacer demasiados méritos para ganarse la titularidad. Recordemos que los delanteros de ese plantel era Juanfi Garro, Panchito González, Juanchón García, Ramiro Sordo, Nazareno Fúnez, Genaro Rossi, Luciano Cingolani y Justo Giani.
En el segundo semestre, recién tuvo minutos en la séptima fecha, en el empate 1 a 1 como visitantes con Platense, la desgraciada noche en la que Macagno se desgarró al patear un saque de arco (que derivaría unas semanas después en la contratación urgente de Lautaro Morález).
Se vio un par de partidos completos desde el banco y reapareció por pocos minutos en las derrotas con Defensa y Justicia y Atlético Tucumán. Recién en la fecha 13 tuvo la oportunidad de ser titular por primera vez, cuando perdimos 4 a 1 con River en Núñez y salió reemplazado al final del primer tiempo. Lo mismo pasó en la 15: duró 45 minutos en la derrota 1 a 0 contra Huracán. Por la fecha siguiente, la derrota 2 a 1 con Godoy Cruz como locales (la del golazo de tijera de Pablo Pérez y la roja directa a Balzi), entró en los últimos diez minutos sin influir en el desarrollo del juego en el que sería el último partido de Sanguinetti.
Por la fecha 18, contra Gimnasia y bajo el interinato de Adrián Coria, Djorkaeff Reasco tuvo su tarde de gloria. Porque, además de ser su único partido completo en el campeonato (técnicamente, salió en el descuento, pero vamos a otorgárselo), marcó un golazo extraordinario desde larga distancia. La gente en la tribuna, asombrada, se preguntaba por qué el ecuatoriano no tenía más minutos.
La nueva posición de volante creativo que le asignó Coria (detrás del tridente formado por Garro, Juanchón y un incipiente Brian Aguirre) le permitió sostener la titularidad por dos partidos más: triunfo contra Aldosivi en Mar del Plata y derrota como locales contra Sarmiento. Luego de hacer banco nuevamente por un par de partidos, ingresó un ratito en el empate con Arsenal —y se fue expulsado— y en la derrota contra Tigre.
Ya estábamos en octubre de 2022.
Por entonces, comenzó a circular un rumor, que muchos tomamos para la chacota, según el cual Reasco estaba siendo estudiado como candidato para integrar el plantel ecuatoriano que disputaría el mundial de Qatar. Creer o reventar, así ocurrió. Vaya a saber en qué se basó el entrenador Gustavo Alfaro —nosotros habíamos sido testigos previlegiados de todas sus apariciones en cancha y podríamos haberlo asesorado— para darle uno de los codiciados lugares en la lista mundialista. Más todavía, para hacerlo entrar en el segundo tiempo cuando iban abajo contra Senegal y necesitaban el empate en el partido decisivo de la fase de grupos.

En la nueva temporada llegó el técnico Gabriel Heinze y le ratificó la confianza en su puesto de suplente que cada tanto entraba un ratito y no hace nada. En el Campeonato de Primera División 2023 tuvo dieciocho apariciones —nueve desde el arranque— y marcó un gol de penal en la última fecha contra Talleres.
No obstante, debo hacerle un reconocimiento personal por ese gol. Justo por esos días vino de visita al país mi amigo Alex, un leproso que vive en Dinamarca desde hace más de treinta años, y estaba ávido por ir a la cancha. Lo acompañé esa noche de viernes en pleno invierno (para él, acostumbrado a las noches nórdicas, era una caricia) a la bandeja del museo. Me pareció una pena que a los 15 minutos ya estuviéramos perdiendo con gol de Rodrigo Garro de tiro libre ante la pasividad de Hoyos. El gol de Reasco —muy bien pateado el penal— fue un desahogo que permitió que nuestro visitante se fuera de Rosario con un recuerdo medianamente presentable.
Durante ese semestre también participó, sin mayor suceso, en varios partidos de Copa Sudamericana. Sin embargo, marcó un gol en el triunfo por 3 a 0 sobre Blooming de Santa Cruz de la Sierra. En ese partido, de mediados de abril de 2023, formamos con Hoyos; Méndez, Ortiz, Velázquez y Pittón; Montenegro, Sforza, Pablo Pérez y Portillo; Jonathan Menéndez y Reasco.
Esta crónica no estaría completa si no consignáramos que Djorkaeff Reasco fue titular en la vergonzosa derrota contra Claypole en San Nicolás por Copa Argentina. Esa noche para el olvido que todos recordamos, Newell’s saltó a la cancha con Barlasina; Ortiz, Ditta y Mansilla; Portillo, Balzi, Pablo Pérez y Ángelo Martino; Brian Aguirre, Reasco y Justo Giani.
(Digresión: la cantidad de formaciones que incluye este texto funciona, quizás, como recordatorio autoflagelante de nuestro pasado reciente)
A números finales (porque es de suponer que, a pesar de sus 26 años, es difícil que Reasco vuelva a Newell’s) su carrera en el club fue de un año y medio, jugó en 46 partidos y marcó 4 goles.
A esta altura, cualquier analista podría decirme que Djorkaeff —objetivamente—aportó más que su padre. Multiplicó por cuatro la cantidad de partidos de Néicer, marcó cuatro goles y fue —al igual que su padre— expulsado una vez. Algunos podrán objetar que uno era delantero y el otro defensor, también que Djorkaeff fue mucho más caro. Este último punto también es discutible, porque Néicer vino en una época donde era absolutamente imposible enterarse de los valores y la modalidad por la cual se hacían tanto las transacciones de compra como de ventas de jugadores. Es probable, eso sí, que jamás haya cobrado ni un peso ni un dólar.
Sin embargo, con lo blandas que resultan las afirmaciones basadas en subjetividades, el recuerdo de Néicer dejó un sabor más agradable en el paladar de los hinchas rojinegros.
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