El uruguayo inolvidable
#19 | El domingo 11 de mayo de 2025 amanecimos con la noticia de la muerte de Alberto Enrique Carrasco, pero su estampa quedó inmortalizada en las fotos y los pósteres del equipo campeón de 1974.
Esto ocurrió hace algunos años (estoy en la difícil etapa donde me confundo las cosas que pasaron hace un lustro con las ocurridas hace una década).
Eran las últimas horas de una tarde de primavera. Dicho así parece el comienzo de una balada romántica, pero no. Salí corriendo de una oficina por la zona de Retiro, me zambullí en un taxi y le expliqué al chofer que necesitaba llegar lo más pronto posible a Aeroparque porque se me iba el avión a Rosario. El hombre, un canoso de cuello ancho ya entrado en años, no hizo comentarios y arrancó por un camino totalmente desconocido para mí: ignoró la clásica Calle 15 (la que corre entre las terminales del Mitre y el Belgrano, un verdadero caballito de batalla para los tacheros) y enfiló hacia el puerto.
Me pregunté si no se habría perdido o, peor, si no me estaría paseando, pero de pronto apareció por una zona de canchas de fútbol por donde el tránsito era mucho más fluido y tuve que reconocer que el viaje progresaba muy rápido hacia el destino.
Como para decir algo, hice un comentario sobre lo linda que estaba la tarde para jugar un picadito. El tipo, que hasta ese momento apenas si había pronunciado palabra, pareció haber sido tocado en el punto débil.
—Yo me voy una vez por mes a mi casa, soy uruguayo, y lo que más me gusta es prenderme en un partido con mis amigos.
Por alguna razón fortuita, mi respuesta fue la siguiente:
—Sabe, yo soy hincha de Newell’s, y nosotros tuvimos un gran arquero uruguayo en la década del ‘70, Carrasco.
—¡No me diga que lo conoce al Alberto! —giró peligrosamente la cabeza para mirarme—, él es uno de los amigos que juega conmigo.
Alberto Enrique Carrasco Santos debutó en Newell’s el 8 de abril de 1973, era la sexta fecha del Metropolitano y empatamos como locales 0 a 0 con Chacarita. Esa tarde, todavía en la época en que algunos daban las formaciones con formato 2-3-5, salimos con Carrasco, Kohli y Barril, el Kichi Garrido, Berta y Zóttola, Santamaría, Ribeca, Marangoni, Bentrón y Hugo Promanzio.
En esa temporada, el arquero era Juan Carlos Ángel Delménico, que había reemplazado a Fenoy. Durante la primera rueda, fueron alternando entre ambos hasta que Delménico finalmente fue transferido al Junior de Barranquilla. Había otro arquero aspirante al puesto: Arce —el titular de la reserva—, quien murió de un balazo en una circunstancia confusa. Resulta que Arce estaba haciendo la conscripción juntamente con Oscar Coullery, otro promisorio jugador del club (durante su carrera también tuvo un paso por Central) y, según las crónicas de la época, un disparo accidental del fusil de Coullery acabó con su vida. (Casualmente, por estos días Oscar Coullery, volvió a tomar notoriedad: está involucrado como titular de la firma Gas Auto Tiferno S.A. en la causa por sobrefacturación de combustible y facturaciones fantasma para vehículos del servicio policial.)
Pero volvamos a Carrasco. A partir de la fecha 23 de aquel Metro del 1973, en un partido con Chacarita por la segunda rueda que ganamos 2 a 0 con goles de Ribeca y Zanabria, el uruguayo agarró la primera y no la largó más.
Fueron 262 partidos hasta el 20 de diciembre de 1978, cuando jugó por última vez con la camiseta de Newell’s por la fecha 14 del Nacional. Esa noche le ganamos 5 a1 a All Boys con dos goles de Hugo Paulino Sánchez, dos de Sergio Apolo Robles, y uno de Chirola Yazalde. Carrasco le atajó un penal a Epifanio Medina, quien de todos modos convirtió en el rebote.
Sus jornadas de mayor gloria, por supuesto, las tuvo durante el Metropolitano de 1974, nuestra primera estrella. Curiosamente, los dos partidos consagratorios fueron contra Boca en Buenos Aires y las dos veces ganamos 1 a 0 con gol del Mono Obberti. En ese momento, Carrasco tenía 28 años.
El primero fue en la Bombonera el domingo 14 de abril por la fecha 12. Esa tarde fue el primer partido de Jorge Valdano como titular, Carrasco le atajó un penal a Enzo Ferrero (intentó picarla, el uruguayo esperó parado y la embolsó) y el partido se suspendió a 10 minutos del final por una intensa pedrea proveniente de la tribuna boquense.
El segundo ocurrió en la noche del miércoles 29 de mayo, por la segunda fecha del cuadrangular final. Ese partido —al que la historia no le conservó la importancia que merecería—se jugó en cancha de Huracán (todos los partidos debían jugarse en cancha neutral, incluso esa fue la condición del encuentro del domingo siguiente en Arroyito) y fue el que nos puso a las puertas del campeonato. Boca tenía un muy buen equipo (esa noche formó con Rubén Sánchez, Ovide, Nicolau, Rogel y Tarantini, el Chino Benítez, Trobbiani y Patota Potente, Ponce, García Cambón y Ferrero) y tiró todo lo que tenía, pero el uruguayo tuvo una actuación sobrenatural y no dejó pasar ninguna.
Según recuerda Riganti, su padre lo bancaba a Carrasco, pero su tío Pepe lo defenestraba. En verdad, era cierto que las actuaciones avalaban al uruguayo, pero su estética lo condenaba. En una época donde ya aparecían arqueros de estampa impecable —como Fillol o Vivalda—, Carrasco parecía un tío convocado de último momento porque faltó uno.
Había una jugada típica en él: cuando la pelota venía de rastrón hacia su posición, se agachaba a embolsarla sin doblar las piernas. Acaso de ahí haya venido su apodo de La Momia.
Pero, más allá de su aspecto estrafalario y de cierto declive en sus últimas temporadas por problemas físicos, Alberto Carrasco marcó una época. Había tardes en que no parecía invencible, era invencible, tardes que coincidieron con lo mejor de mi niñez.
Casi no llegué a decirle nada de esto al taxista oriental, que de pronto había llegado al aeropuerto justo a tiempo. Espero que, al menos, le haya transmitido a su amigo que había llevado en su auto a un rosarino que lo recordaba con un afecto inoxidable.

PD 1: Este tuit fue el mejor homenaje que circuló por estos días: un hincha subió la foto de una pelota autografiada por Carrasco.
PD 2: Si les gusta el Newellsletter, no estaría mal que lo recomendaran en sus redes sociales, lo compartieran entre sus contactos de WhatsApp o alentaran a sus amigos para que se suscriban. Y si desean apoyarlo con espíritu filántropo, eventualmente pueden darle clic a alguno de los aportes voluntarios que ponemos a disposición en cada entrega (esta vez, es uno de 1000 pesos). También pueden evitar la mediación de Mercado Pago y hacernos transferencias a piacere a este alias: TATA.LOCO.ROQUE.
PD 3: Una vez más, aunque él prefiera el perfil bajo, el resto de los miembros del Newellsletter queremos alardear de la presencia de Gustavo Báez —como representante de Newell’s— en la Feria del Libro de Buenos Aires. Allí estuvo para formar parte de la presentación del cuarto libro de la colección “Fútbol, relato y pasión. Historias de los hinchas, los clubes y la cultura”, donde hay un relato suyo ambientado en un partido por Copa Argentina en San Nicolás.
PD 4: El Newellsletter del miércoles 21 de mayo estará dedicado al segundo título del año que obtuvo la primera división del fútbol femenino, luego de ganarle 1 a 0 a Central de visitante.