El Maestro
#3 | El 7 de mayo de 1935 nació Jorge Bernardo Griffa, nuestro Domingo Faustino Sarmiento, el tipo que hizo grande al club con su proyecto modelo de divisiones inferiores. Gloria eterna.
Estoy seguro de que la última entrevista a Griffa se la hice yo. Fue el 24 de noviembre de 2023 en su departamento de Recoleta. Me recibió en la oficina que tenía montada en una habitación con los recuerdos de toda su carrera y ahí conversamos un montón. En esa especie de santuario además trabajaba, escribía en su computadora y ordenaba las ideas para un futuro libro. Fotos, camisetas, trofeos, medallas, banderines, libros, diarios, cartas, figuritas, pelotas, plaquetas, todo me lo mostraba con orgullo. Imagino que también le serviría como ayudamemoria. No se acordaba de todos los nombres por los que le pregunté y a veces las fechas se le mezclaban un poco, pero miraba hacia alguna pared y el recuerdo aparecía. Lo entrevisté para la revista española Jot Down Sport porque allá también lo adoran, jugó diez años en Atlético de Madrid y es uno de los emblemas históricos del club. Dejo por acá el link de la charla completa por si a alguno le interesa chusmear un poco más (no se van a arrepentir, las fotos de Carolina Clérici son buenísimas).
Como escribí en la introducción de la entrevista (que fue publicada el 8 de diciembre de 2023), cuando era jugador tenía la rudeza de Clint Eastwood en La Trilogía del dólar, pero en los últimos tiempos era más parecido al personaje tierno y simpático de La Mula. Quedamos en volver a conversar pero no pudo ser.
El 7 de mayo hubiera cumplido años y quise evocarlo compartiendo el fragmento en el que charlamos sobre Newell’s.
Volvió a Argentina y enseguida arrancó como director técnico de la Primera de Newell’s, ¿no?
Sí, primer error mío. Porque no estaba preparado yo. Pasa que simplemente hablaron conmigo para que dirigiera y yo creí que sabía y no sabía nada. Con los profesionales me di cuenta de que primero hay que aprender a enseñar para luego desarrollarse como corresponde al fútbol grande.
Entonces empezó a trabajar con juveniles…
Claro, yo creí que era fácil y no era así. Entonces empecé a capitalizar conocimientos y me dediqué al juvenil, a la captación y el desarrollo del chico. Y eso lo pusimos en práctica durante un montón de tiempo, porque esa gestión, que se debía hacer sin ninguna duda, había que vivirla y llevarla a cabo a través del perfeccionamiento. Para el trabajo en divisiones menores hay que tener gente preparada, se debe contar con gente competente.
Me acuerdo que yo les decía a los dirigentes de Newell’s «Ustedes son unos vivos bárbaros, ustedes quieren tener a estos pibes, ¿pero quién los prepara? No los puede preparar gente que no sabe. Lo primero que hay que hacer es preparar a los que enseñan». Por eso trabajé en el desarrollo del entrenador y del jugador juvenil, poniendo en práctica todo lo que yo había aprendido como jugador y con todos los argumentos que se tienen que tener para el desarrollo de los chicos.
A los pibes que eran zurdos yo les decía que tenían que ser derechos y a los derechos que también fueran zurdos. Eso no se estilaba antes, hasta que yo empecé a decirles a los pibes que debían tener el manejo de las dos piernas; si bien la realidad es que los derechos van a ser mejores con la derecha, los argumentos de la zurda también los deben tener.
Yo les explicaba que no quería que dieran ventaja, pero con argumentos, no con pensamientos, se los explicaba con argumentos sólidos para que dieran la respuesta adecuada.
Ese desarrollo que empezó a hacer en Newell’s, ¿usted lo vio en Europa, lo copió de ahí o es algo que desarrolló medio intuitivamente?
Intuitivamente fue. Yo tuve la suerte de expresarme en un club que tenía un ambiente familiar y de ahí lo hicimos crecer, estuve mucho tiempo y viví los mejores momentos. Me queda el orgullo de saber que fui un gestor de todo eso que tiene Newell’s para la competencia y para las pruebas de los jugadores. Porque antes se esperaba que a uno le trajeran los jugadores, en cambio yo los fui a buscar, por eso fue que Newell’s después sale campeón con todos jugadores del interior del país. Yo los fui a buscar a todos los clubes del interior con un coche que me prestaron, no tenía coche yo…
¿Cómo era ese proceso de búsqueda?
Me iba a todas las provincias, a la parte central de las provincias, a los lugares en donde estaba el club que tenía el mejor desarrollo, me lo marcaban y yo iba ahí y me quedaba unos días mirando todo lo que se desarrollaba en ese club. Y así fui haciéndolo, y entonces fue que surgieron todos esos jugadores que, en vez de esperar a que te los traigan, los fuiste a buscar.
Acá hay fotos con algunos que tuve como jugadores juveniles: Valdano, Batistuta, Pochettino, Berizzo, Heinze. A Heinze lo traje de Entre Ríos, en ese momento era simplemente un jugadorcito y luego se hizo un jugador excepcional a través de todos los argumentos que le dimos. También los tuve a Gago, a Tévez, todos esos estuvieron trabajando conmigo…
Gago y Tévez ya son de su época en Boca, porque usted estuvo en las divisiones juveniles de Newell’s casi veinticinco años y en 1996 se fue a Boca…
Exacto, me llevó Mauricio Macri cuando fue presidente de Boca, con quien tuve y sigo teniendo muy buena relación, no hace mucho estuve con él. En Boca estuve varios años también y después me fui a México, que me contrató la Federación [Mexicana de Fútbol], siempre me recuerdan y yo los recuerdo a ellos por el trato que tuvieron conmigo. Y en Independiente también estuve unos meses.
¿A usted le gustaban más los jugadores de buena técnica o los que tuvieran actitud y fuerza física?
Mirá, los jugadores tienen que tener técnica, temperamento fuerte y coordinado, velocidad física y mental, inteligencia y ser psicológicamente equilibrados. Esos son los cinco argumentos que tiene que tener el jugador. Cuanto más se acercan al jugador ideal, más posibilidades tienen.
¿Hay un ojo especial para detectar un talento?
Y… a veces uno se equivocaba porque apuntaba a uno que no tenía nada y luego tenía una explosión, pero técnica y temperamento fuerte y coordinado, velocidad física y mental, inteligencia y ser psicológicamente equilibrados, esos cinco puntos tienen que tocarlos. Y eso no lo sabía la gente en general, yo lo sabía, lo sabía porque lo había aprendido en Europa. Y eso, en parte, fue bastante importante para el desarrollo del jugador argentino.
Pensando en todos esos atributos, ¿cuál fue el mejor jugador que pasó por sus manos?
Había varios, había varios. Fueron tantos los chicos que en este momento se me turba la vista y no recuerdo cuál puede ser, a veces se me piantan [se van, se olvidan] los nombres… Uno podría ser Pochettino, que lo fuimos a buscar con Bielsa al interior de la provincia de Santa Fe, a un pueblo que se llama Murphy, fuimos a ver a otro pero lo vimos a Pochetino y lo trajimos a él.
Nos habían dicho que estaban por llevarlo a Central pero nosotros lo llevamos para Newell’s. Otro fue Tévez… A Tévez lo saqué de una villa. Yo iba a Ezeiza y vi que estaban jugando unos pibes. Y me paré. Y estaba Tévez. Ni sabía que era Tévez. Y le dije a uno que estaba conmigo «bueno, a esos cinco que marqué, quiero verlos en Boca». Y entonces los traje. Naturalmente, el mejor de todos era Tévez.
Al poquito tiempo de llegar a Boca recomendó que compraran varios juveniles de Argentinos Juniors entre los que estaba Riquelme…
Sí sí, a Riquelme también lo llevé yo a Boca… Fueron tantos, yo vivía para eso.
Recién lo nombró a Marcelo Bielsa, ¿fue su principal discípulo, no?
Él había estado bastante tiempo conmigo en Newell’s, como jugador era limitado, pero un día, cuando yo vi que estaba dispuesto a seguir como técnico, le dije «vos me vas a seguir a mí y vas a llegar a ser un técnico de gran calibre». Se lo decía yo de lo caradura que era, no porque en ese momento diera una impresión de esa naturaleza [risas].
Me acuerdo que Bielsa a Batistuta no lo quería, él me decía «no, Jorge, es un grandote que no sirve», y yo le contestaba «no sabes nada, ese grandote va a ser un gran jugador» y efectivamente después Batistuta fue un gran jugador y goleador, pero bueno, se dieron tantas cosas distintas… Lo que siempre tuvo Bielsa era esa prepotencia que tienen que tener los técnicos para que los jugadores le den una respuesta adecuada. Y fijate que todavía sigue andando…
A Scaloni también lo tuvo, ¿no?
Sí, pero con Scaloni fue distinto. Yo no lo tuve tanto a Lionel, lo tenía al hermano, Mauro, porque el padre quería meter a los dos en Newell’s pero yo le dije «no, el que vale es éste -el que ahora es técnico- el otro no». Y entonces el padre se fue y se los llevó a los dos.
Claro, se fueron a Estudiantes de La Plata.
Porque el padre quería que jugaran los dos.
Y a Deportivo La Coruña también fueron los dos. Cuando uno mira las carreras de los hermanos Scaloni, se puede ver que hasta 2006 estuvieron los dos en los mismos clubes pero Lionel era titular en todos lados y Mauro no jugó ni un solo partido en Primera.
Es que había una diferencia muy grande, no era sólo futbolística sino también física. Este muchacho, el que está ahora como técnico, tenía un buen físico, el otro era un gordito [risas].
¿Y le parecía bueno Lionel Scaloni?
Como jugador tenía bastantes condiciones, pero sobre todo se imponía porque tenía una situación favorable en lo físico.