El día de la marmota
#14 | Copa de la Liga 2024, fecha 13: Como el personaje que interpreta Bill Murray en la película de Harold Ramis, estamos atrapados en el mismo loop de siempre.
Newell’s me hace renegar cada semana pero por lo menos no me da trabajo. Llega el final de este torneo y puedo escribir lo mismo que que escribí sobre el final del torneo pasado, el 7 de noviembre de 2023. Por ejemplo:
Matemáticamente ya no tenemos chances de pasar de ronda en la Copa de la Liga. Se me dirá que si nos fijamos en las posiciones actuales y la cantidad de partidos que restan por jugarse, mi afirmación es equivocada. Demostraré que no. Dice Wikipedia que “mediante la abstracción y el uso de la lógica en el razonamiento, la matemática ha evolucionado basándose en el cálculo y las mediciones, junto con el estudio sistemático de la forma y el movimiento de los objetos físicos”. Si aplicamos de manera lineal la definición a la actualidad de Newell’s, comprobaremos que un estudio sistemático de la forma del equipo y el movimiento de los jugadores en la cancha mediante la abstracción y el uso de la lógica en el razonamiento, los cálculos y las mediciones nos dicen que ya quedamos afuera de todo. El 2024 está perdido.
Perdimos contra Boca y dejamos atrás cualquier tipo de esperanza. No ganamos ningún partido importante en el campeonato y eso que jugamos casi todos de local, nuestra campaña en el Parque fue una lágrima. Hasta el pobre Banega quedó sumido en la intrascendencia, lo mismo el Colorado Ramírez. Y la defensa, que funcionaba bien al comienzo, terminó siendo un desastre. Velázquez y Glavinovich se repartieron las cagadas en los dos primeros goles.
Lo del paraguayo en el de Medina es insólito: lo está marcando a Langoni y resuelve dar un paso adelante y soltarlo vaya uno a saber con qúe loca idea. ¿Habrá tenido una epifanía, sintió el llamado de Tupã, dios supremo de los guaraníes, deidad creadora de la luz y el universo? Quién sabe. La cuestión es que Langoni recibió solo y definió cruzado abajo. ¿Gol? No, Macagno se estiró y tapó con el brazo, el gol fue de Medina que capturó el rebote de cabeza en el área chica sin que ningún defensor de Newell’s advirtiera su presencia. Y eso que Boca salió a jugar con un conjunto amarillo chillón.
Y Glavinovich en el segundo entrega mal una pelota hacia adelante en mitad de cancha, genera la chance de un contragolpe, retrocede mal y marca peor. No le vamos a achacar la imposibilidad de sacarla sobre la línea porque en eso no tuvo la culpa, pobre: se paró inteligentemente en la puerta del arco después de que Macagno tapara el primer tiro y saliera a atorar al que agarró el rebote, pero no contó con que el tiro final de Langoni se desviaría levemente en el camino y lo dejaría pagando. Un gol más pelotudo no podían hacernos.
Aunque lo peor no fue eso: lo peor fue lo que erró Panchito González en la jugada siguiente. Me acuerdo cuando en 2019, durante la Copa América en Brasil, los diarios deportivos destacaban a “Francisco González, el juvenil de Newell's que deslumbra con su pegada. Un sparring de la selección argentina sorprendió a sus propios compañeros y a los jugadores del primer equipo al exhibir su prodigiosa pegada en pleno entrenamiento de la Copa América. Mientras que algunos aprovechaban para hidratarse y otros descansaban en una sombra del intenso sol brasileño, Francisco González desenfundó su zurda y no paró de inflar el ángulo de la red ante un arquero totalmente atónito”. Se ve que Panchito creció y olvidó cómo era eso de patear bien.
Esteban Fernández y Misael Jaime son otros dos que olvidaron cosas buenas que hicieron, ya no hace cinco años como Panchito González sino hace cinco días. Después del partido contra Sarmiento hicimos una sugerencia y Larriera tomó nota. Eso sí, a medias:
Larriera podría aprovechar la expulsión de Rodrigo para dejarlo a Esteban en el equipo y armar un 4-4-2, sería cuestión de sumar otro mediocampista de marca que le de una mano a Julián y dejar en el banco a Panchito González o a Jaime (preferentemente a Panchito, a mí me gusta la idea de poner en partidos complicados a juveniles que recién debutan).
El pedido hablaba de un 4-4-2 para reforzar un poco el medio (creo que sin decirlo estaba pensando en Cacciabúe) pero sobre todo para probar de entrada otro sistema. Larriera insistió con lo mismo de siempre y así le fue. De todas formas no es culpa suya que Esteban Fernández y el Monito Jaime hayan jugado tan mal, lo que no deja de ser un dato a considerar a futuro: ya sabemos que para los partidos complicados están muy verdes.
El loop del día de la marmota incluye que siempre aparecen jugadores nuevos que andan bien dos partidos contra rivales menores y se vuelven intrascendentes cuando la complejidad aumenta.
Llegamos a la última fecha contra Defensa y Justicia con la certeza de que nada bueno puede ocurrirnos porque hasta la derrota contra Boca dependíamos de nosotros mismos, ya no. Ojo, aunque quizás no sea tan terrible: si la cagamos dependiendo de nosotros mismos, puede ser que bajo la responsalidad de otros se acomoden los tantos: ni Racing ni Estudiantes le tienen que ganar a Lanús y Estudiantes tampoco le tiene que ganar a Boca el partido pendiente. El único problema es que todos estos resultados cruzados tendrán sentido únicamente si Newell’s le gana a Defensa y Justicia. Es decir, estamos fritos.
El balance final también ya lo escribí hace cinco meses:
En el país de los ciegos, Newell’s además es rengo. El fútbol argentino es malísimo y nosotros jugamos peor que la media. En un torneo de un nivel misérrimo, terminar debajo del décimo puesto es decididamente inaceptable, a pesar de que ya estemos acostumbrados a esta situación con la resignación de la rana en la olla que se calienta de a poco.